viernes, 20 de noviembre de 2009

La caja ¿tonta?


 
 

Hace muchísimo tiempo que -excepto los dibujitos- no veo la tele. Normalmente prefiero ahogar mi vacío existencial en los libros, el youtube, o escribiendo tonterías como ésta. Además, es que cada vez que la enciendo me cabreo sobremanera.

Antes intentaba ver el telediario por lo menos, pero desde que lo copa el fútbol, las promociones y las informaciones globalizadas o insufladas desde nuestros queridos políticos de pacotilla, prefiero poner los Simpsons que son mucho más críticos.

Lo que más me molesta es el escandalo que forman los programas de cotilleo -que mi señora madre tiene puestos desde que se levanta hasta que se acuesta- . ¿Por qué se empeñan en gritar y discutir como si les fuera la vida en ello?. Menuda forma de inculcarnos el mal rollo y la falta de escrúpulos, respeto y compañerismo. Y lo peor es que, con la de temas importantes que habría que tratar y debatir en los Medios, lo único que sabemos es a cuantas se lleva folladas el hijo de la Pantoja o quién ha sido expulsado del Gran Hermano XXIII. Qué miedo, parece que la tele lanza ondas subliminales para dejarnos atontados. Y claro, como atontando se está tan bien...

Esta mañana, entre el nublado y la modorra, me sentía como cuando de chica fingía estar enferma para quedarme en casa viendo Vacaciones en el mar. Mando en mano, y debajo de mi super edredón de plumas, he rememorado los viejos tiempos de amistad con la pantalla.

He estado viendo ensimismada un programa sobre crímenes resueltos; esos en los que recrean los asesinatos, salen entrevistas a los familiares, condenan a un culpable y al final resulta que era otro. Qué chulo estaba...

En los intermedios me he enterado de que la baba de caracol se ha pasado ya de moda, y que ahora venden una crema con veneno de culebra para dejarte el cutis como el culito de un bebé.
Por cierto, han sacado unas toallitas para éstos últimos con muuucha mas celulosa que hacen a tu niño ser el mas guay de la escalera.

En un programa mañanero una compungida presentadora, tras el relato de una madre angustiada por la alarmante desaparición de su hijo en aguas malagueñas, sonreía eúforica para mejor hablar de cómo hay que vestir para ser pijo. Ana Rosa metía en el mismo espacio al Alakrana y al transexual de este año del Gran Hermano, y Susana Griso le ponía morritos a un médico invitado que promovía la dieta de proteínas para perder peso.

Por lo visto ya no se usa la soja sólo para cagar mejor o la menopausia, ahora la incluyen también en la leche, los cereales, los snacks y los bollos de crema, que para eso está la fibra tan de moda. Hay un programa donde unas cuantas gachís se pelean por un macarra delante de toda España, y siguen organizándose caravanas de mujeres para granjeros con ganas de hembras gratis, que la crisis ya no da ni pal puticlub. Y si se acaban casando, el mejor regalo sería un reloj de diamantes que se puede pagar a cómodos plazos durante 10 o 15 años.

Ahora me pregunto, si yo -que soy una víctima más de la generación del desencanto, el contrato basura y un pésimo sistema educativo- en sólo dos horas de tele me he podido percatar de lo mal que está el mundo...¿de verdad la gente la ve tan tranquila todos los días sin darse cuenta de nada?

Qué asco de sociedad, me averguenzo de formar parte de un sistema en el que sólo importa estar flaco, terso, moderno, entretenido y bien cagado. Una sociedad donde los ciudadanos, con tal de satisfacer necesidades ilusorias promovidas por los Medios, no les importa que se hagan barbaridades. Una sociedad de tontos, donde sólo nos informan de los hechos desagradables cuando hay morbo de por medio y/o levante el suficiente setimiento de culpa en los ciudadanos para que las ONGs sigan chupando del bote.

Por culpa de las plantaciones de soja y la celulosa de las toallitas se destruyen miles de hectáreas de selva y se dejan sin tierra a cientos de familias indígenas. Nuestra ropita nueva y los regalitos del todo a cien los hacen millones de esclavos o semi-esclavos en países como India o China. Se matan a miles de animales para que luego puedas tener en casa un chulo bichejo exótico, o puedas untarte una de esas cremas absurdamente milagrosas. El exceso de proteínas es malo, la dieta ideal es la equilibrada, y no es precisamente bueno tomar alimentos manipulados para estar sano.

Tener a tías sumisas y apocadas luchando por un macarra no es la manera de combatir contra la violencia machista, y un diamante -además de ser para siempre- lleva detrás miles de muertos, esclavos y mafias para extraerlos y comerciar con ellos.

La ley de la oferta y la demanda es la causante de casi todos los problemas del mundo. Y no nos engañemos, nosotros somos los demandantes. Nosotros somos los que reclamamos el morbo, los que reclamamos y consumimos los servicios que nos ofrecen.

Yo, desde luego, no pienso encender la tele a no ser que echen Doraemon, Los Simpsons, Aída o El Diario de Patricia. Y cuando quiera estar atontada pues seguiré plantando la María que necesite, que tampoco vale comprar drogas, ¿eh?

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