lunes, 5 de octubre de 2009

Enredados






Desde hace unos años vengo escuchando por donde quiera que voy eso de:

-Pero tía, ¿como no vas a tener el tuenti?-
-¡¿En serio no tenés Hi5?!-
-Es que si no tienes cuenta de facebook ¿como vamos a hablar?-
-Si no estás en una red social es como si no existieras-




-Umm, quizá por eso tenga tan poca vida social..., ¡adaptarse o morir!- Pensé. Así que el otro día por fin me agregué a una de esas redes sociales, el facebook. Y es que las formas de sociabilizar y entender la amistad han cambiado desde hace mucho. Los tiempos de Verano Azul de paseos bajo el sol, excursiones y amistades desinteresadas y entregadas entre personas de diferente índole ya pasaron, tenía que asumirlo de una vez.

Siempre me había dado reparo inscribirme en una cosa de esas, por eso de las cookies, la publicidad subliminal, los voyeurs informáticos o los chalados. Pero pensé que quizá los textos de Orwell y Huxley me habían rallado más de la cuenta, y ya estaba harta de sentirme fuera de lugar o pasada de moda. Quería probar a ser como los demás, tener ochocientos conocidos, hablar con todo el mundo, recibir comentarios, hacer quedadas, algún botellón, incluso mandar y recibir toques y sms, a ver lo que se sentía.

Cuando entré en la página no podía creerlo ¡estaban casi todas mis amigas de antes!: las que desaparecieron por echarse novio, las que desaperecieron por echarse otras amigas, las que desaparecieron porque no las acompañaba de marcha, las que desaparecieron porque no las acompañaba de compras, las que desaparecieron porque no las acompañaba a hacerse la cera...

Yo pensando que se las habría tragado la tierra, que las habría raptado algún grupo organizado de trata de blancas o de tráfico de órganos, y ahí estaban todas tan sonrientes en sus fotos de perfil del facebook. ¡Si encontré hasta a la pija de las vacaciones y a la que montó un negocio a mi costa! Estaba tan emocionada de tanto encuentro que, en vez de limitarme a cotillear a sus agregados empecé a sentirme cual jubilado melancólico de vuelta al pueblo. Así, poseída por el espíritu de fresita, me puse a escribirles mensajes a algunas de ellas, las cuales me contestaron diciendome despues de 15 o 20 años que a ver cuando quedábamos para un café o salir de marcha.

Para no parecer borde y salir del anonimato social de una buena vez decidí sugestionarme (-la rara soy yo, la rara soy yo, la rara soy yo-), me armé de valor y estrógenos y acepté sus invitaciones de amistad en la susodicha página. Entonces me di cuenta realmente de lo sola que estoy en este mundo cruel. La gente tiene de media unos 70 o 100 amigos, qué barbaridad, ¡si yo solo tengo tres!. Era casi mas humillante que lo del móvil, que lleno con los teléfonos de amigos con los que hace años que no hablo, del dentista, del ambulatorio, de la que me hace la cera, etc. por si algún día me lo roban no quedar demasiado mal.

Así que me puse a agregar yo también a todos mis ex conocidos, ex compañeros de curro, ex compañeros del instituto, ex compañeros del colegio, ex compañeros de parbulitos... Algunos me escribieron diciendo no recordar mi nombre, pero yo, excusandome en no saber utilizar la página, les dije que se me habia olvidado mandarles el privado de rigor. A pesar de la vergüenza al menos pude juntar 20 "amigos" para no quedar demasiado mal con el resto de la humanidad.

Todos tenían colgadas millones de fotos suyas ("Mi novio y yo en la feria", "la feria, yo y mi novio", "yo y mis amigas en la discoteca", "yo de marcha", "yo de marcha con mi novio"...). Y no veas que susto, pasando sin querer el ratón por encima de las fotos ¡salía el nombre de las personas que las acompañaban!. Yo lo sabía, joder, que fuerte, nos tienen a todos fichados. Si pulsabas sobre uno de ellos te enlazaba a su página, y podías ver a sus otros 100 amigos, y así enlazar a decenas, cientos, miles y millones de perfiles sonrientes. Qué miedo dan las páginas esas.

Además, ¿para que sirven esos sitios ademas de colgar fotos de marcha o poniendo caritas? Alli nadie decía nada profundo, interesante o mínimamente amistoso. Yo solo ví juegos para saber tu personalidad o para saber a qué postre o famosa te pareces, y frases escritas no sé si para fardar, fantasear, llamar la atención, o que algún alma caritativa les haga un poco de caso:

-he sacado las mejores notas de toda la clase (No molestar)-
-coordinadora del dpto de gestión pública de la Comunidad de Madrid. Esa soy yo-
-no sé qué cenar esta noche-
-menudo cebollón pillamos ayer-

En fin, después de saber que soy una tarta de manzana y que mi media naranja es Javier Bardem prefiero seguir viviendo a la sombra del anonimato. Una vez más me doy cuenta de que ya no pertenezco a estos tiempos y a estas formas de relacionarse. Y total, yo nunca salgo de marcha, y en vez de hacerme las fotos a mi misma prefiero hacerselas a los paisajes o las situaciones insólitas. Además, para llamar la atención y escribir frases para fardar, fantasear, llamar la atención, o que algún alma caritativa me haga un poco de caso... pues ya tengo este blog.

Para quitarme el mal rato y volver a ser yo misma me puse a ver algunos capítulos de Verano Azul en youtube y, como vivo cerca de donde se rodó, me llegué un rato a reflexionar sobre todo esto mirando el barco de Chanquete. Junto al barco había tres o cuatro coches con el reguetón a tope mientras las niñatas meaban el botellón bajo la borda y los niñatos se hacían fotos del tipo "el santi, el migue, la coca y yo", seguramente para luego colgarlas en una red social.

Como no inventen rápido un teletransportador al pasado a mi me va a dar algo.

jueves, 1 de octubre de 2009

Dime de lo que presumes


Me gusta contar mis fracasos para que los demás aprendan de ellos, incluso me hace gracia confesar los defectos y ese punto antihéroe que todos tenemos, porque es lo que más nos une y humaniza. Por eso todavía no entiendo por qué les costará tanto a algunos confesar sus errores, debilidades o faltas, y pedir ayuda. Menudos gilipollas.

Nadie es perfecto, todos tenemos cosas buenas y menos buenas, y es precisamente esa imperfección lo que nos hace irresistiblemente particulares y atractivos. Pero parece que para ciertas personas relacionarse con los demás se convierte en la única oportunidad para inflar pantomímica, egocéntrica y absurdamente su flacucho ego.

Conozco gente que jamás ha pronunciado las palabras "no sé" o "¿qué significa?". Prefieren seguir el rollo aunque no entiendan lo que les dicen, cuando les preguntas por un tema que desconoces te contestan con un "si, bueno... es algo complejo...", y sobre los libros que no has leído te cuentan que tienen frases para la posteridad. En vez de aunarse a tu desconocimiento, aprovechan la situación para quedar por encima y sentirse superiores.

Otras veces prefieren joderse antes que pedir ayuda. Mi tía, por ejemplo, llevaba dos años sin ver una película en su nuevo dvd porque seguía sin recordar cómo se sintonizaba. Cuando le pregunté que por qué no había pedido ayuda de nuevo, me miró con cara de "ni de coña, una y no más, antes está mi orgullo que el cine".

Qué cosas más raras hace la gente. Si mienten descaradamente en las cosas mas insignificantes, no me quiero imaginar las películas que se montarán sobre sus vidas ante los demás. Lo malo es que estoy convencida de que, de tanto repetirlas, llegan a creerse sus propias fantasmadas.

Tengo una conocida que siempre consolaba con mala leche disfrazada de lástima a las camareras con carrera. "Hay que ver, licenciatura y master para acabar echando cañas, ¿eh?". Ella, en cambio, había hecho una ingeniería en solo dos años porque estaba chupao, y se la rifaban en los madriles para empezar cobrando 2000 euros. La parte de por qué acabó currando en la heladería de su barrio aún no la ha contado, claro.

Otra es maestra de educación infantil en un colegio, osea, se pasa el día cuidando cagones, cantando el corro de la patata y pintando con ceras de colores. En cambio ella se cree que es consejera del ministerio de interior, y que de su trabajo depende el futuro de nuestras sociedades. Si es que no hay nada como venderse bien y creerse alguien...

Hace tiempo curré en un Mcdonald varias vacaciones para pagarme la matrícula, y muchas veces iba gente que intentaba pagar sus propios complejos y frustraciones con nosotros.

-jo que rollo ¿no? tener que estar aqui mientras todos nos divertimos...-
-Qué vaaa, no te preocupes, de verdad, ¡si aquí estamos todos por vocación!-

-¡Me parece increíble que en una empresa norteamericana no se os exiga hablar inglés!-
-Le doy la razón, caballero, deberíamos ser bilingües, o polilingües mínimo; fíjese que antes hasta nos exigían hacer una especialización en comunicación oligofrénica, pero estamos ya tan acostumbrados que ni eso...-

Para eso los manifestantes jipijos guays que se ponían en la puerta a protestar y nos miraban de arriba abajo cuando entrábamos a currar:

-¡No a la explotación! ¡No al mercantilismo! ¡No a la comida basura! ¡No a la pérdida de costumbres populares! ¡No a los contratos temporales!

Y ya ves tú, esos no sabían ni lo que era un contrato, ni lo que era un gazpachuelo, ni donde tienen la cara, ni de qué estan hechos los sundays que se compraban luego pa los bajones de los porros.

Mi mejor amiga de pequeña -la pija- era un poquillo fea la pobre. La madre la apuntó a un curso de modelaje a ver si se le pegaba algo, y ella iba diciendo sin vergüenza ninguna por ahí que era modelo. -Si, ¿no?- le contestaban.

También están los que presumen de que tienen millones de amigos y son los mas guays de la ciudad, y luego te das cuenta de que están más solos que la una y lo único que tienen es una cuenta de facebook plagada de agregados que ni les saludan. O los que van por ahí alabando a todo el mundo y prodigando abrazos, besos y parentescos, solo para recibir algo de atención y sembrar el terreno para pedir favores.

¿y donde nos dejamos a los oscurillos y los masoquistas sentimentales? Se leen cuatro libros y escuchan cuatro grupos raros y se creen que han descubierto América con sus cuatro dudas existenciales. Parece que están por encima del bien y del mal, y del resto de los mortales. Les da asco los demás humanos, como si ellos fueran robots que no cagan ni se sacan mocos; y confunden la alegría y la sencillez con la falta de inteligencia o la osadía de la ignorancia.

Me imagino que mucha gente necesitará dar una imagen fuerte y ganadora que le ayude a subir su autoestima y aparentar ser algo. Otros son tan egocéntricos y están tan flipados que lo que necesitan es tener siempre una remesa nueva de amigos-admiradores nuevos a los que manipular y contar sus grandiosidades imaginadas.

Alguien me contó una anécdota. Una chica, estudiante de algún arte, no entendía por qué sus compañeros tenían tanto miedo y respeto a actuar frente al público. -¡Bah, pues yo no tengo ningun miedo!- . A lo que el profesor le contestó: -el día que tengas talento sabrás lo que es tener miedo-

Que empachera de gente tonta tengo, madre mía, más humildad es lo que hace falta. Que la vida es mas sencilla de lo que parece, y todos somos también mas iguales de lo que parecemos. Yo desde luego me quedo con mis críticas cinematográficas al estilo "no ve que chula, ehhh?", las tardes viendo el Diario de Patricia, las charlas con las vecinas, y grupos como Los mojinos escozíos.