sábado, 3 de enero de 2009

Los despropósitos de Año Nuevo


Un nuevo año, si, 2009. Da hasta yuyu ¿eh?. Me recuerda a las pelis de ciencia ficción que veía de chica. Para esta época se suponía que ya deberíamos ser todos medio cyborgs o tener unos trabajos y unas casas de la hostia ¿no?

 

Si es que, como siempre, nos autoengañamos con un esperanzador futuro, para colmo condicionado -¿traumatizado?- por los perpetuos pasados.

 

Entonces, ¿para qué sirven los nuevos propósitos de cada año? ¿Para planear una nueva vida que no es la tuya, y que siempre se queda en eso, en simples sueños de ambición?

 

El otro día dijo la tele que solo un 12% de las personas que se plantean cambiar algo, lo llegan a cumplir. En realidad me pareció muchísimo:

 

¿De verdad hay gente que va al gimnasio mas de un día (el que va a apuntarse)?

¿Alguien deja de fumar más de 3 o 4 horas, y los porros solo uno o dos el sábado?

¿Alguien deja de usar tanto el ordenador, el móvil, la play, el coche, el ascensor o la tele? ¿Alguien deja de lado las cervecitas con los colegas, los pucheros con pringá de la máma o los donuts de chocolate?

¿Alguien se apunta a una academia para estudiar inglés, y termina el curso?

 

Nos dejamos llevar por la neurosis de una sociedad que te aporta ideas simbólicas, vida simbólica, de forma tan sutil que terminas creyendo, y aceptando, que eso es la realidad. Pero no es más que esperanza, ambición, mañana. Todo para que vivas frustrado, en algunos casos incluso amargado, y así seas una presa fácil.

Tenemos que darnos cuenta de que la realidad real es la de hoy, y hoy tienes barriguilla, y te gusta acostarte tarde, comer cuando tienes hambre, dormir cuando tienes sueño. Salir con el perro a las 2 de la mañana por si se ve la luna o se vislumbra a la buenorra del 1º. Que se te peguen las sábanas por la mañana de lo agustito que se está en la cama. Tirarte una hora en el baño rebozado en decenas de litros de agua ardiendo. Leerte los catálogos del Lid'l esperando el autobús. Quejarte de todo. Sentirte hasta afortunado de no tener donde caerte muerto, y por tanto no tener una hipoteca-condena con su respectiva relación a plazos, o si.

Hoy te gusta ese trabajo de mierda donde te ríes tanto con tus compañeros, aunque las vecinas le digan a tu madre eso de..."oii que pena, con lo listo que es tu hijo, y donde ha acabado".

Si tu vida está de puta madre... ¿para qué cambiarla en el 2009?

Virgencita, que me quede como estoy.