jueves, 29 de noviembre de 2007

Un plan perfecto







Siendo yo una cándida e incipiente adolescente se comentaba en el barrio que los que hacían la Formación profesional eran los que no daban para más. Cuando pasábamos mi amiga Pili y yo por los centros de mecánica a la vuelta del colegio, aquellos chicos tan brutos, sudorosos, llenos de grasa, me llamaban poderosamente la atención.

-Pues parecen normales. Y algunos están pa mojar pan. Qué lastima que estén tan limitados...-

 

A los pocos años empecé a escuchar también que ir a la Universidad no servía absolutamente para nada. Así que, como no se ponían de acuerdo, me quedé repitiendo 2º de BUP eternamente hasta tener claro qué era lo que tenía que hacer. Deberían haber sacado algún título de especialización en el instituto, estoy segura de que me hubieran nombrado coordinadora como mínimo, sobretodo en el área del bar.

 

Así empezaron las dudas sobre lo que hacer con mi vida, con las que estuve dos o tres años más, por si mientras se me ocurría algo brillante. Pero llegué a la más típica, vulgar y necesaria idea: ganar dinero. Se me podía haber ocurrido meterme a puta, pero no....pensé en ganarme "decentemente" las habichuelas siendo terriblemente explotada en bares, restaurantes, cafeterías, pubs, y hambuergueserías varias. Aguantando capullos, pijos con cara de asco, jipijos con cara de falsa empatía, salidos, borrachos, y una variada jungla de almas solitarias y autodestructivas que casi acaban por volverme mas loca de lo que ya estaba.

 

Un día tuve una gran revelación. La pija de turno miraba con desdén desde debajo de su enorme flequillo de medio lado los menús de hamburguesas light. Mientras le susurraba al novio lo que quería comer, para que él (que era el encargado de hablar en lugares públicos) me lo tradujera a mi, yo estaba ensimismada intentando descifrar qué era aquel extraño reflejo en el desmesurado collar de bolas plateadas de la pija.

 

Como Mia Farrow en "La semilla del diablo", cuando se sorprendía al verse reflectada en una tostadora devorando carne cruda, comprobé horrorizada cómo el reflejo abombado de aquella chica más quemada que la moto un hipie, con la gorra y la pajarita haciendo juego con semejante patetismo, era yo.

Esta vez no me hicieron falta 5 o 6 seis años, en un solo instante tuve mi segunda gran idea: estudiar en la Universidad.

 

El primer curso estaba motivadísma. Allí que iba cada día a las ocho de la madrugada con mis mejores galas, y hasta el rabillo del ojo pintado, para escuchar emocionada al profe de historia del mundo actual. Por fin me iba a enterar de cómo estaba la cosa, lástima que sus exposiciones se estancaron en los 80, como mi vecino de abajo.

Pronto comprendí que la palabra lisensiada solo tenía caché en los culebrones, que las demás asignaturas eran terriblemente insoportables, y que la universidad era el negocio del siglo, además de una de esas empresas donde hay que chuparle el culo (u otra cosa) a los superiores para conseguir algo.

Si, muchos andamos un poco perdidos, sin saber lo que queremos, o lo que hacer aunque no queramos, y mas agobiados que Tamara Presley en un desguace.

¿Montamos un mundo alternativo?

 

martes, 23 de octubre de 2007

Un lunes cualquiera


Llego a casa y las venas de la Patiño se enervan confabuladas con su agradable voz para darme la bienvenida, mientras mi madre me dedica una seria mirada de reojo con el índice en la boca a modo de "como quieras contarme cómo te ha ido el día estás apañada".
Con los ojos y el ceño fruncido para poder soportar el escándalo, espero al intermedio para decirle que han estado a punto de atropellarme, pero me da pena interrumpir su esperanzado asombro al ver que anuncian un nuevo programa donde operándote desde los pómulos hasta los juanetes te ofrecen la ansiada felicidad.

Decido salir por donde entré, necesito hablar con alguien, y me paso por casa de mi novio, que me dice que hablamos en cinco minutos porque está haciendo algo muy importante. Viendo el plan, llamo a mis compis del barrio para quedar en la cervecería de siempre.
Nada más entrar, la Vane se me tira a los brazos para preguntarme con gran enfásis por quinta vez...

¡¡nenaaaa!! ¿aprobaste el exámen pal' carné?

Armada de paciencia, intentando obviar las correspondientes 4 veces anteriores que le había contado lo de mi suspenso, le sonrío y me voy a por un cubata. Miguel, que es el mas bueno de la pandilla, se me acerca cabizbajo a la barra porque su novia le ha dejado, y mientras intento animarlo con consuelos reciclados, noto cómo su mano se va colando por mi cintura mientras los ojillos de tristeza se transforman en mirada babosa por la que hasta hace unos dias era su amiga del alma. Mi mente empieza a traicionarme de nuevo con la recurrente asociación de metralletas y adolescentes norteamericanos, asi que propongo salir a los bares antes de que sea demasiado tarde.

Despues de aguantar las entretenidas disertaciones sobre el partido del madrid o la gran pena del pobre Miguel durante horas, se me acerca un tipo atraído por mi camiseta de Metrópolis. Con chispas en los ojos le pregunto si conoce a Fritz Lang, pero se ve que él hablaba del nuevo bar de moda, a donde insiste tozudo en llevarme.

-Joder, ¿pues no saben ya que las frikis solo follamos cuando el tio nos recuerda a alguno de nuestros artistas favoritos?-

Pero estoy tan desesperada por hablar con alguien que decido acompañarlo a ese bar, total, con ese nombre no puede estar mal del todo, y quién sabe lo que nos depara la vida en cualquier esquina...
Como era de esperar, lo más interesante que consigo escuchar en lo que queda de noche es si quiero echar un polvo, eso sí, la escena maravillosamente aderezada con el grandioso último single del nuevo triunfito de moda, despues de un buen regetón.

Haciendo caso al sabio refranero popular que dice "mas vale malo conocido...", regreso a casa de mi novio. El angelito, que sigue enganchado a la play, me mira con cara extraña al verme pasar de esa guisa, pues ni se había percatado de mi ausencia de su casa en esas 5 horas.

A la mañana siguiente, con una resaca horrible del garrafón, en el trabajo el encargado me exige de malos modos que le ofrezca a los clientes un menú superior de su sana comida basura, y que lo haga con una grannnn sonrisa, justo esa que se me ha quedado despues de dejarme las manos limpiando los baños y las freidoras durante toda la mañana.

Cuando regreso del curro aprovecho para hacer la compra en el super de la esquina, y aunque trato de darme prisa, la vecina acaba como siempre cerrandome la puerta del portal en las narices. Cargada de bolsas, cual Carmen Maura en "qué hecho yo para merecer esto", me dejo caer de culo en pleno descansillo a modo de huelga esperando que el techo se derrumbe, que los tomates que han salido rodando se frenen en los pies de algún psicópata que le de por secuestrarme, o aunque sea que el butanero le de por hacerme un favorcillo antes de llegar al quinto.

Pero nada, nunca pasa nada, y una vez más, me veo atrapada dentro un lunes cualquiera.

viernes, 4 de mayo de 2007

La perdida





¿Habéis barajado alguna vez la posibilidad de que cualquiera os pueda leer la mente? Qué sensación más horrorosa, por Dios.

Hablando de Dios, con él fue con quien me introduje en esta experiencia cercana al existencialismo. Fue durante la catequesis, con solo siete añitos tenía que ir tres tardes por semana a la parroquia, que estaba en el quinto pino, a escuchar las tonterías que nos contaba la ñoña de la catequista. Por el camino intentaba concentrarme por todos los medios para dejar de cagarme en Dios y los doce apóstoles, no fuera a ser que El padre consiguiera adivinar mis pensamientos. Y es que, aunque estaba casi segura de que su existencia era un cuento chino de los curas, por si las moscas no quería que se fuera a enfadar conmigo y me mandara algún castigo aún peor que aquellas largas y aburridas tardes de oración.

Pero vaya si lo hizo. Pronto la señorita Rotenmeyer llamó a mi madre para decirle que mejor repitiera los cursos de catequesis, puesto que aún era demasiado pequeña para hacer la comunión.
-¡Mierda! ¡Lo sabía! Dios ha conseguido enterarse de todas las injurias que le he echado-
Así que, apenada y aplicada, tuve que soportar otro invierno más de adoctrinamiento católico.

Pasó el año y en esta ocasión fue el cura el que llamó a mi madre. Le dijo que no me veía capacitada para recibir el cuerpo de Cristo, porque no había conseguido aprenderme ni los diez mandamientos, y porque tenía una forma de pensar bastante cercana a la herejía.
Mi madre, fuera de sí, ayudó poco a la causa mandando al cura al diablo, por lo que Dios, que también escuchaba todas las conversaciones telefónicas, me aumentó la pena a tres años.

Ya estaba marcada para siempre. Se sabía que todos los repetidores del cole eran unos echados a perder, y yo para más inri era repetidora de catequesis. Sin comerlo ni beberlo me había convertido con solo ocho años en una perdida.

Por circunstancias de la vida ese año nos fuimos a vivir a otra ciudad -Mmmm, ahora que caigo, lo mismo fue Dios el que se encargó de trasladar a mi madre para quitarme de en medio...-
En la nueva parroquia todo era diferente, la catequista se apiadó de mí y pronto conseguí el pase para acabar con aquella condena de una buena vez. Pero quedaba la última prueba: la Comunión.

Me prestaron un vestido tres tallas más grande, y me agencié de un bolsito de esos pequeñitos de putilla cándida, y de un crucifijo enorme que le daba el punto ochentero a la vestimenta. Ya me veía berreando en latín para la ocasión, cual la niña de "El exorcista", dándole algún otro uso al crucifijo. Pero estaba equivocada: el día de mi comunión, en contra de mis expectativas, tuve una revelación.
Con todos aquellos desconocidos vestidos de blanco, las velas, el olor a incienso, y la retumbante voz del cura que se mostraba frente a mí colosal y bondadoso, perdonando mis pecados, me sentí como Tom Cruise en "Eyes wide shut", excitadamente aturdida, tanto que caí rendida a las redes de la parafernalia eclesiástica y me dejé inundar por el éxtasis celestial hasta el punto de cogerle el gustillo a aquello.

Tanto fue así, que a los pocos meses decidí apuntarme a la catequesis de postcomunión. A mi madre le iba a dar algo a la pobre. -Que rarita me ha salido la niña, joe. ¡Pues no se me ha vuelto beata despues de tó!-

Pronto descubrí que mi dualidad existencialista era la que provocaba tal amor-odio por la Iglesia. Me encantaba ir a la parroquia, y amaba profundamente a mi guía espiritual. Bueno, en realidad es que era el único sitio donde soportaban mis desafinados cantos sin mandarme a callar, y podía darle un beso a los chicos más guapos del barrio -que fichaba a la entrada de misa- cuando por fin decía el cura eso de "dense la paz". Además, no podía olvidar el hecho de que estaba locamente enamorada del catequista. Era un hombre de cincuentaytantos, con barriga y pelos en la nariz, pero Dios quiso ponerme en su camino, y yo no podía negarme a la providencia divina.


Los domingos por la mañana una fuerza irrefrenable me despertaba temprano para conducirme a misa. Tras varios minutos de duda en el quicio de la puerta, me armaba de valor para mandar al carajo mi lucha entre el bien y el mal, y entraba. Pero pasaron los años y llegó la época esa en la que siempre es primavera. Volvieron a mí los malos pensamientos sobre Dios, esta vez escandalosamente impuros. Debía rendirme a mi sino, era una perdida.

Como Catherine Deneuve en la buñueliana "Belle de jour", miraba al cristo colgado en la cruz y de repente acudían a mi mente un sinfín de fantasías depravadas que buscaban atormentarme y llevarme hacia el lado oscuro. Estaba claro, en aquellas circunstancias -enamorada de un catequista, y montándome escenitas subidas de tono con el Señor-, iba a ir directa al infierno de la depravación, algo un poco peligroso para una recluta impúber.

Pero finalmente me dí cuenta de que todo aquel juego mental no solo no era peligroso, si no que era lo mejor que me había podido pasar. En aquel mundo aburrido de regañinas, sermones, clases de historia, y tardes con la vecina, podía divertirme como quisiera modelando la visión del mundo a mi forma.

Hoy todavía siguen acudiendo a mí por donde quiera que voy las injurias, los pensamientos impuros, incluso las mofas crueles a pobres inocentes. Y aunque a veces me resulta angustioso pensar que alguien pueda leerme la mente... que bien me lo paso montándome numeritos con el carnicero esperando mi turno, torturando al dentista, descuartizando a mi jefe, riéndome de la coja de los cupones, o cagándome en Dios.

 

 

sábado, 21 de abril de 2007

Jorge Drexler, de poeta a trovador.

Este polifacético cantautor uruguayo, nacido en 1964 en Montevideo, siendo un niño ya se empezó a aficionar a la música. Médico de formación y artista de profesión, pronto se convirtió en un gran músico, compositor y cantante, pero por encima de todo poeta.

Aúna a la perfección sus composiciones a las nuevas tecnologías, dándoles un fresco aire electrónico que tan bien combina con sus innovadoras letras y su cálida voz.

Admirador de grandes como The Beatles, Radio Head o Sabina, no tiene demasiado que envidiar a ninguno de ellos, pues es sin duda uno de los más atractivos y modernos trovadores del panorama actual.

http://www.jorgedrexler.com/






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SUS OBRAS:
Ha recibido numerosos premios por sus obras, entre ellos el Oscar a la mejor canción original por “Al otro lado del río”, perteneciente a la banda sonora de la película “Diarios de motocicleta”, que recibió en una controvertida gala que hizo que adquiriese la fama mediática en España.

Su discografía:
“La luz que sabe robar” (1992)
“Radar” (1994)
“Vaivén”(1996)
“Llueve”(1998)
“Frontera”(1999)
“Sea”(2001)
“Eco” (2004)
“Eco²” (2005)
“12 segundos de oscuridad” (2006)

FUENTE: página oficial de Jorge Drexler.

jueves, 19 de abril de 2007

Mamá, quiero ser mileurista

 




Ha vuelto a llover en mi ciudad. De nuevo asoman los caracoles sus existencialistas cuernecillos por los bordes de las aceras. ¿Por qué se empeñarán en avanzar hacia el asfalto? La mayoría de la gente camina tan tranquila sobre ellos. Se ve que los crujientes chasquidos asesinos les anima a seguir con el sádico juego, como el que se entretiene pisando hojas secas, o alguna patata frita perdida.

Intentando esquivarlos esta tarde de vuelta a casa, al estilo de Jack Nicholson en "Mejor Imposible", uno de ellos me hizo frenar en seco uno de mis diagonales pasos. Como cuando su madre lo trajo al mundo, allí se encontraba el pobre molusco, caminando apenado bajo la lluvia sin casa donde refugiarse. -Qué raro-, pensé, -un caracol desconchado-. Pero no era el único, al fijarme bien en el suelo, había unos cuantos, de diferentes tamaños, que no llevaban la casa a cuestas. -Ya ni los caracoles pueden acceder a una vivienda, ¡cómo está el mundo!-

Y es que hasta en las canciones se nota el caos que estamos sufriendo. Ya las jovencitas no quieren ser artistas, como pasaba en la época yeyé de Concha Velasco, ahora las metas están más orientadas a vender nuestra alma al Banco Mundial para conseguir una ínfima parcelita de la economía globalizadora, donde al menos poder caernos muertos. Además, el politeísmo está otra vez de moda, y Ra o Alá han sido sustituidos por Coca-cola o Nike.
Ahora en vez de cantarse eso de "Mamá, quiero ser artissstaaaaa", hay una nueva versión que viene a decir algo así como "Mamá, quiero ser mileuristaaaa". Porque aunque la palabreja tenga el suficiente gancho para referirse a una generación, el que la inventó sabrá que ya es raro el que llega a cobrar los novecientos, ¿no?.

Al llegar a casa caí desplomada en el sofá pensando todavía en lo injusto de los motes. Y es que en realidad a los de veintytantos-treintaypocos nos deberían ver como la generación del eslabón perdido. Se nos prometió que estudiando mucho llegaríamos a ser alguien -y tener un muy aceptable sueldo-, pero nuestros puestos los ocupan todavía los hippies revolucionarios venidos a menos. Y cuando les toque el turno de ser despedidos -o con suerte prejubilarse a los 50-, los empresarios que no hayan deslocalizado sus empleos a países llenos de pobres preferirán dejar los dos o tres contratos "indefinidos" -já- de su empresa a los dos o tres espabilados de la generación del reguetón que hayan sabido dosificar los encantos del éxtasis y los afterhour.

Despues de tan ardua disertación interior, pensé que la mejor forma de dejar de pensar, y por tanto de angustiarme, era conectarme a la máquina productora de encefalogramas planos. Sí, la tele.

El programa de Juan y Medio, con los graciosos viejecillos en busca de alguien con quien compartir su soledad, me llevó en seguida a los brazos de Morfeo. De repente me ví atrapada en una horrible pesadilla: sentada en los mismos asientos del plató de Canal Sur, allí estaba yo con mi traje de ir a las bodas. Pero el programa lo llevaba la del diario de Patricia, y yo, en vez de ir a buscar a mi media naranja, por lo visto estaba allí para conocer por fin en persona a mi media hipoteca.

La presentadora le contaba al público que nos habíamos conocido a través de un típico anuncio del periódico. En los monitores del programa se veía un recorte del periódico donde, en vez de poner algo así como "Morenazo cachondo busca rubia tetona lo más tonta posible para rato divertido", decía: "Medio piso por pagar busca nómina lo más indefinida posible para hipoteca de por vida".
-Qué sueño más surrealista, joder, ni al mismísimo Jodorowsky se le hubiera ocurrido semejante aberración-

Muerta de miedo, vi aparecer tras la puerta a un chaval con toda la cara del ex de Rociíto, que corría hacia mí para pegarme un apretujón, mientras buscaba disimuladamente en mis bolsillos el contrato indefinido que tanto ansiaba. Patricia nos preguntaba falsamente emocionada cómo sería nuestra futura vida en común, y el chico, en vez de hablar de los planes de boda, explicó excitado cómo sería el día de la firma de la hipoteca, y que tendríamos dos o tres préstamos en vez de niños, y en lugar de suegra un interés variable.

Me desperté justo antes de darme un infarto, a punto de echarme a llorar, pero cada vez más convencida de lo que quiero en la vida. Y es que, haciendo cuentas, he llegado a la conclusión de que: si tengo que pagar una hipoteca de unos 800 euros al mes durante 40 años, vivir toda la vida explotada 48 horas semanales, anclada en el mismo piso cutre, todo el día viéndole la cara a mi media hipoteca, a pan y cebolla pero sin amor, y acojonada y estresada por las visitas del interés variable... Si encima, cuando todavía me queden diez o quince años de pagos ya estaré jubilada, y mi pensión no me llegará ni para pagar la comunidad....
Prefiero colgarme de un árbol y reencarnarme en David Beckham. Bueno, o vivir toda la vida con mi mamá.

 

 

 

viernes, 13 de abril de 2007

Gioconda Belli, la poesía que nació mujer.

Nacida en Managua (Nicaragua) a mediados de siglo, con veintidós años empezó a publicar sus poemas en un semanario cultural de su país. Tan polifacética como polémica, pronto se convirtió en una de las intelectuales más revolucionarias del momento.

Sus poemas ya rebosaban erotismo en una época y un lugar en que las mujeres no solían tratar con naturalidad los más básicos instintos. Además, militó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, donde actuó como correo clandestino, transportó armas, y viajó por Europa y América Latina divulgando la lucha Sandinista.

Influenciada por grandes como Rubén Darío, Julio Cortázar, Virginia Woolf, Emily Dickinson, o Faulkner, su obra comprende un variado compendio de poemas y novelas. Sus comprometidos escritos, impregnados de amor, sensualidad y vida, y adornados por los atractivos parajes de su tierra natal, han recibido numerosos premios, y han llegado a ser traducidos hasta a once idiomas.

FUENTES: LETRALIA y Página Oficial de Gioconda Belli.

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SU OBRA:
Sobre la grama
, 1972. Poesía.
Línea de fuego, 1978. Poesía.
Truenos y arco iris, 1982. Poesía.
El ojo de la mujer, 1970-1990. Poesía.
Amor insurrecto, 1985. Novela.
De la costilla de Eva, 1987. Poesía.
La mujer habitada, 1988. Novela.
Lo cortés no quita lo valiente, 1990. Ensayo.
Sofía de los presagios, 1990. Novela.
El taller de las mariposas, 1992. Cuento.
Waslala, 1996. Novela.
Apogeo, 1997. Poesía.
Érase una vez una mujer, 1998. Poesía.
El país bajo mi piel. Memorias de Amor y Guerra, 2001. Novela.
El pergamino de la seducción, 2005.

Sueños con sofá
Uno de mis lánguidos pies
entre tus manos
tus dedos fuertes recorriendo el arco
con el que me sostengo sobre la tierra
-¿qué es acariciar un cuerpo
sino ayudar a alguien a evadir
por un instante
las leyes de la gravedad?-
Un par de brazos
para que mis hombros leviten
y mi cabeza tenga un pecho
como punto de apoyo
El viejo sofá y los dos nosotros
Yo contra vos
como un tren que se detiene
en una estación en la noche
y resopla tranquilo
antes de emprender la marcha
otra vez
A veces tengo tanto cansancio de ser
De que mis palabras no digan lo que quiero que digan

Tanta necesidad de un punto oscuro donde cerrar los ojos
y no tener que responder por nada, ni por nadie.
Sería hermoso encontrar esa habitación
con el sofá viejo
donde el arco de mi pie entre tus manos
no pesara como el engranaje de una locomotora
obligada a viajar llena de pasajeros
por un calendario implacable
Pero estamos en un mundo lleno de ruidos
y obligaciones y corazones entregados de lleno
a sus solitarios y tenaces conflictos.
Vos y tus ojos viajan en otro carril
como un tren de alta velocidad
y yo que antes alegremente me acoplaba
como vagón de cola al trayecto no quiero más
que despojarme del aluminio de mi carrocería
y dejarme caer blandamente
sobre el mullido abandono
de caricias en los pies.
Quiero un viejo sofá
Un pecho donde el peso de mi cabeza
Sea el viaje
la aventura
y basta.

http://www.giocondabelli.com/

martes, 10 de abril de 2007

No me gusta salir de marcha






Me llamo María, tengo ytantos años, y NO me gusta salir de marcha.

Parece la presentación del primer día en la terapia de un centro de raritos, lo sé, pero es solo un intento más de demostrar que la vida existe más allá de los sábados por la noche.

El sábado pasado tuve mi última aproximación al apasionante mundo de la sociabilidad nocturna. Mis amigos, a los que hace dos o tres años que no veo -porque, como la mayoría de amigos, solo aparecen los findes por la noche, como los gremmlis malos- me dieron un ultimátum, así que me armé de valor, y acepté la temida invitación.

Sobre las diez y media, y después de haberme pasado una hora intentando disfrazarme de chica mona acostumbrada a salir que se lo pasa genial en los bares y que va a pillar cacho como sea, me senté en el sofá a esperar que me llamaran. Sobre las 0:30, cuando la digestión de la cena y “Noche de fiesta” habían empezado a hacer su somnífero efecto, el móvil me despertó. La Jeni, muy animada ella, ya me estaba regañando: “¡Mari, que te conozco, espabílate que nos vamos de marchaaaaa!

Con el cuerpo cortado, intenté guardar el equilibrio sobre los tacones y me dispuse a bajar a por el coche. Concentrada, despacito, pegada a la pared, y agarrándome a todos los árboles y farolas que encontraba a mi paso, conseguí llegar hasta el vehículo mientras me acordaba con cariño de mis zapatillas, y de la familia entera de la Jeni.
M
i vecina de arriba me observaba desde el balcón más contenta que unas castañuelas, ya tendría tema para el café del domingo. Me la imaginaba como Chus Lampreave en “Bajarse al moro”: -La del cuarto salió anoche de su casa borracha. Borracha, o vete tú a saber. Seguro que se pincha las plantas esas de porros que tiene en su terraza. ¡Yanquis, que son unas yanquis!-

Después de buscar aparcamiento durante más de media hora, y al llegar a la plaza de siempre, pude comprobar con asombro que estaba totalmente vacía. Como en "Abre los ojos", miré desconcertada en todas las direcciones, y alucinada me froté los susodichos
-¿se habrán hecho realidad mis deseos?-, pero no, la Jeni me bajó de la nube para decirme de nuevo por el móvil, muerta de risa, que la zona de botellón hacía meses que la habían trasladado. -Si es que no te enteras de ná, ¡atontá!-

Millones de niñatos exaltados por los lingotazos poblaban a grito pelao el nuevo lugar. Yo, cubata en mano, intenté cambiar mi estado de ánimo antes de echarme a llorar: si no puedes con el enemigo, ¡únete a él!
Los bostezos fueron desapareciendo con la primera copa, aunque tras la quinta fueron sustituidos por la cara desencajada y el habla gangosa, que no sé yo qué es peor.

Cuando nos acabamos las tres botellas de wisky, dos de ron y una de ginebra, levantamos el campo para dirigirnos a los bares. Y con los andares más resueltos gracias a la borrachera, llegamos al momento estrella de la noche: aguantar estoicamente interminables colas en las puertas de los bares.

Cuando por fin llegó mi turno para entrar al local, un gorila de 2x2 me paró en seco con su brazo extendido sobre mi cara para dedicarme las palabras más cariñosas de la noche: ¡Tú no!
Yo ya pensaba que peor no podía ir la cosa, y que pronto estaría por fin en mi dulce hogar, cuando vi aterrada cómo, debajo del sobaco del gorila, mis amigos estaban casi de rodillas para suplicar que me dejara entrar, intentando convencerlo de que soy buena persona, solo que un poco desaliñada porque acababa de llegar de trabajar –Pues como no piense que soy puta…-

Entonces, con el orgullo por los suelos y ganas de morirme, o de cambiar de amigos como sea, entré al local y me di cuenta de que allí no cabía ni un alfiler. Respiré hondo y, tras media hora de apretujones hacia la barra y ocho euros por un cubata, encima me dicen que me lo beba rapidito porque los locales cierran a las cuatro.

Pero decidí no amargarme, era mi noche de aventuras, y ¡había que aprovechar esa media hora como sea!
La música no parecía acompañarme en mi plan para triunfar, el Canto del Loco sonaba en la pista y yo, sin saber cómo demonios se bailaba aquello de la madre de José me está volviendo loco, empecé a pegar pequeños saltitos mientras le echaba el ojo al que tenía más a mano.

Cómo no, era alguien igual de borracho que yo, que -con la misma desesperación- me miraba con los ojos muy abiertos hasta que se atrevió a acercarse:
-Hola, guapa. ¿Cómo te llamas? Nunca te había visto por aquí. No sé si sabes que esto cierra ya. ¿Vendrás el próximo sábado?”-

-Me llamo María, ¡y NO me gusta salir de marcha!

 

El (sub)mundo de Aki Kaurismaki

El cineasta finlandés Aki Kaurismaki aborda en su filmografía un tema que parece apasionarle: la crítica a la sociedad actual. Y lo hace de forma tajante, inmerso en un peculiar clima que concede a sus filmes un estilo único e inconfundible.

La música, los perros, el amor y la amistad son algunos de sus fetiches. Todo acompañado además por un humor extraño, seco y algo frio que, rozando el absurdo, acaba por encandilar al más escéptico espectador.

A través de rudos personajes, en su mayoría abandonados a la soledad y el desamparo, muestra las trabas que la sociedad pone a los que escapan de sus redes. Y es que en el sistema solo tienen cabida los que poseen un nombre, una familia, casa-hijo-loro, y una más que suficiente cuenta corriente; aunque luego su identidad pase a ser un número más en la larga lista de adoctrinados ciudadanos del bienestar.

Será el aislamiento del resto, la peculiaridad de ser diferente, lo que unirá los destinos de los menos favorecidos. Y dentro del pesimismo y de las deprimentes situaciones que nos muestra, kaurismaki desatará una esperanzadora ráfaga de solidaridad, surgida de la entrega y la falta de perjuicios del que nada tiene que perder.

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SU OBRA:
A pesar de la originalidad y calidad del cineasta, quizá algunos de sus trabajos resulten algo decepcionantes, teniendo en cuenta el habitual asombro que producen sus obras en el espectador. Es cuestión de verlas y decidir:

Crimen y Castigo - Rikos ja Rangaistus (1983)
Calamari Union (1985)
Sombras en el paraíso - Varjoja Paratiisissa (1986)
Hamlet vuelve a los negocios - Hamlet liikemaailmassa (1987)
Ariel (1988)
Leningrad Cowboys Go America (1989)
La chica de la fábrica de cerillas - Tulitikutehtaan tyttö (1990)
Contraté un asesino a sueldo - I hired a contract killer (1990)
La vida de Bohemia - Boheemielämää (1992)
Los Leningrados cowboys encuentran a Moisés - Leningrad Cowboys meet Moses (1993)
Total Balalaika Show (1994)
Toma tu pañuelo, Tatiana - Pidä Huivista Kiinni, Tatjana (1994)
Nubes pasajeras - Kauas Pilvet Karkaavat (1996)
Juha (1999)
Un hombre sin pasado (2002)
Luces al atardecer (2006)
FUENTE: Mundofree.com

miércoles, 28 de marzo de 2007

La crudeza onírica de Witkin



"Esta vida es un sitio para ensayar, debiera de ser un ensayo sublime". Joel Peter Witkin.

Así transgrede Witkin el arte fotográfico, mediante ese "sublime" ensayo donde juega a mezclar la carne con sombras, horror, sueños y muerte, para mostrar algo tan natural como la vida. Porque también forman parte de la vida los enanos, los deformes, los hermafroditas, los diferentes. Por mucho que se trate de ocultar, por más que apartemos la mirada.

Su particular visión del arte, dice el fotógrafo, proviene de algunos traumas de su infancia. En una ocasión, por ejemplo, presenció un accidente en el que una niña resultó decapitada. Sus fotos, que provocan en el espectador igual rechazo que una desconcertante atracción, impactaron a la opinión pública. Incluso ha llegado a ser acusado de explotador, siendo marginado como artista en diversas ocasiones.

Sorprende la estrecha relación de Witkin con la pintura y el catolicismo, sus complejas creaciones a menudo evocan pasajes bíblicos o pinturas famosas. Su mayor influencia fue Giotto, del que adquirió la forma de sus composiciones. El Bosco y Goya son otros de los pintores con los que se le compara.

Witkin busca liberar a la humanidad del velo opaco del canon clásico de belleza. Nos recuerda con sus llamativos trabajos que la fealdad y la muerte también forman una parte vital de nuestra existencia, y debemos acostumbrarnos a ella. Debemos observarla con la naturalidad con la que aparece en nuestras vidas y que merece, y olvidar ese absurdo deseo de eternidad y perfección que -cada vez más- tanto daño hace.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Richard Bona, música en estado puro

Richard Bona nació en 1967 en Minta (Camerún), en una familia de músicos. Con pocos años de vida empezó a dar muestras de su vocación musical, y ni siquiera las carencias de su entorno consiguieron frenar esa pasión. Fabricaba sus propios instrumentos con maderas, y por cuerdas usaba cables de bicicleta. A los ocho años ya tocaba por todo el país con su guitarra y su balafón.

Cuando tenía veintidós años su padre murió y entonces decidió trasladarse a París para seguir estudiando música, esta vez en una escuela. Allí se vio influenciado por grandes artistas como Miles Davis o Chet Baker, y empezó a tocar por todo el mundo colaborando con grandes del jazz, el pop, o la música latina, como Herbie Hancock, Chick Corea, Bobby McFerrin, Randy Brecker, Paul Simon, Chaka Khan, Harry Belafonte o Tito Puente. Cantante, músico y compositor, este polifacético artista es más conocido como bajista, aunque domina a la perfección diferentes instrumentos.

Su estilo -una mezcla de jazz contemporáneo con ritmos de bossa, cha cha chá, funky, o rhythm & blues, fundidos con la música de su tierra natal-, buen hacer, gran sensiblidad y esas divertidas puestas en escena, hacen de Bona uno de los más atractivos músicos del panorama actual.

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SU OBRA:
Su breve discografía Scenes From My Life (1999), Reverence (2001), Munia: the Tale (2003) y Tiki (2005) demuestra que Bona es un músico de los de verdad, de los que se gana la vida dando conciertos en directo. Podemos verlo en selectos clubs y a través de festivales de Jazz de todo el mundo. En ellos da muestra de sus grandes dotes no solo como músico, sino también como comunicador, pues consigue establecer con el público una gran complicidad. Sus letras, llenas de historias reales y temas existenciales, consiguen transmitir toda una gama de emociones a pesar de estar cantadas casi en su mayoría en Douala.


Con el Pat Metheny Group:


En el Festival de Jazz de Vitoria:

martes, 13 de marzo de 2007

Sophie Calle, quimérica realidad

Insegura y excéntrica desde su infancia, esta parisina nacida en 1954 tuvo siempre una desmedida necesidad de la aceptación y el amor de sus semenjantes para encontrar la felicidad y afianzar su identidad. Así fue como empezó a buscar a su alrededor historias en las que poder refugiarse de sus frustraciones y ansiedades.

Su principal objetivo se convirtió entonces en la búsqueda de personas, objetos, lugares o situaciones que le dieran rienda suelta a su versátil imaginación, para construir a partir de ellas sus dispares reflexiones. Prestaba atención a los pequeños rituales cotidianos para componer su peculiar visión de la vida y, marcada por la casualidad, emprendió una floreciente carrera artística.

Y es que, quién no ha jugado alguna vez a inventar la historia del misterioso vecino de enfrente, o ha elucubrado sobre los pensamientos del viajero sentado a su lado en el vagón del tren; quién, al escuchar la seductora voz de un desconocido al otro lado del teléfono, no ha intentado imaginar sus rasgos. Quién no ha sentido el cálido regocijo en el abrigo de la ficción, en la que perdemos nuestra propia identidad para introducirnos en una nueva experiencia, donde todo parece previsto, donde poder abandonarnos sin miedo.

A través de sus obras Sophie Calle libera esos miedos y el afán fisgón que llevamos dentro, extrae el lado ficticio de la realidad para rescatar románticamente nuevas visiones de ésta, otorgando la importancia que merece al mundo de las emociones. Analiza lo inadvertido y da relevancia a lo banal, en un intento de "reconstruir la esencia de algo partiendo únicamente de mínimos fragmentos". Sus fotografías, apoyadas con textos, comprenden la mayoría de sus trabajos, difundidas a través de medios de comunicación y galerías de arte.


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SUS OBRAS:

Los durmientes (1979): "Lo que me gustaba era tener en mi cama gente que no conocía, de la calle, que no sabía lo que hacían, pero que a mi me daban su parte más íntima, (...) ver como dormían ocho horas por la noche, como se movían, si hablaban, sonreían. Esta gente no sabía quién era ni qué hacía..."

Suite veneciana (1980): "Regresé a Francia después de pasar siete años en el extranjero. No conocía a nadie. Me sentía perdida en mi propia ciudad. Así que decidí seguir a desconocidos y que fueran ellos quienes decidieran a donde ir. Siempre he estado organizando ritos en mi vida; la mayoría nunca los he usado para mi trabajo. Hay gente a la que he seguido un año entero, pero no he publicado ni he usado ese material. Un día seguí a un hombre hasta Venecia..."


Suite veneciana

El hotel (1983):
"Es una obra que procede de Suite veneciana. En Venecia pasé horas y horas en la calle, esperando a que saliera del hotel el hombre al que seguí. Siempre que le perdía de vista regresaba al hotel. Empecé a soñar con ir a su habitación. Intenté conseguir una habitación en el mismo hotel pero no tuve éxito. Así que empecé a imaginarme cómo sería su cuarto, y qué sensación produciría estar dentro. Cuando volví a Venecia intenté que algunas de esas fantasías se volvieran realidad"


El hotel

El detective (1981): Sophie Calle encargó los servicios de un detective privado para que le realizase un detallado seguimiento fotográfico, sin que ésta se diera cuenta. Despues comparó el estudio del detective con su propia crónica de aquellos días.

Los ciegos (1986):
"Hice este trabajo en Francia y Australia. No sé por qué pregunté sobre la belleza. Simplemente, me encontré con un grupo de ciegos en la calle y uno le decía a sus amigos: 'Ayer vi una película preciosa'. Tardé dos años en terminar esta obra. Tenía miedo del elemento de crueldad implícito en preguntarle a una persona ciega qué es la belleza. Además en esta obra volvemos a encontrar la idea de mirar sin ser mirados. No se trata aquí de una investigación sobre la idea de belleza. No me interesa demostrar que los ciegos pueden ver"

Las tumbas (1990):
"Muchas de mis obras se relacionan entre sí. Hay un vínculo entre Las Tumbas y mi obra anterior. Las tumbas de Brother y Sister se sitúan entre las primeras fotografías que hice a finales de los años setenta. En aquellos días yo vivía en California. No creo que esta obra sea una coincidencia. Me gusta visitar los cementerios, me siento cómoda en ellos, paso mucho tiempo ahí. Cuando estaba en el instituto tenía que cruzar el cementerio cuatro veces al día, y mi primer piso daba a un cementerio. Las tumbas son una de mis obsesiones personales."



Las tumbas

No sex last night (1992): Película codirigida por Sophie Calle y Greg Shephard. "En la película que hicimos Greg y yo, está nuestra vida de una año antes, de un año después, está nuestro desastre, está el mes de cruzar Estados Unidos, hay sesenta horas de película... y al final nos quedamos con una hora y cuarto. En este sentido es ficción, hemos elegido enseñar cosas que han pasado, cosas que son verdaderas, pero ni yo estoy únicamente obsesionada con el sexo, ni él está únicamente obsesionado con su coche, como parece en la película; tenemos otra vida. Entonces, sí es ficción, hemos creado dos personajes obsesionados y hemos dejado fuera muchas otras cosas."

Ritual de cumpleaños (1996): Exposición compuesta por armarios donde muestra los regalos de cumpleaños que fue guardando durante una larga etapa de su vida.

Doble juego (1997): Calle mezcla su propia realidad con la ficción, siguiendo las rutinas que Paul Auster creó para uno de sus personajes en la novela del mismo nombre.


Manual de Nueva York (1998): Auster crea un personaje a petición de Calle, para que ésta pudiera reperesentarlo en la realidad. Así se inicia un proyecto donde la artista reflejaría la vida de Nueva York. Es un manual en el que el autor marca las pautas de comportamiento de Calle, que además anota en el manual sus reflexiones personales.


Manual de Nueva York

sábado, 10 de marzo de 2007

Stanley Kubrick, un genio del Séptimo Arte.

Si pensamos en las mejores películas de la historia es muy probable que en cada género cinematográfico aparezca el nombre de Stanley Kubrick. Experto fotógrafo y gran melómano, el neoyorquino nacido en 1928 decidió emprender su oficio como cineasta hacia 1950.

A través de sus filmes realiza un profundo análisis sociológico que incluye reflexiones sobre la historia, el estilo de vida americano, el erotismo, la violencia o el poder político y militar. Además, en varias de sus películas aborda un tema que parece apasionarle, la ciencia ficción, a través de la cual plantea la angustia vital del hombre. La diversidad estilística de sus filmes, y su paso por diversos géneros, han hecho de él uno de los cineastas más atractivos y menos encasillables de la historia del cine.

FUENTE: Historia del cine europeo: de Lumière a Lars von Trier

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SUS OBRAS:

Tras varios cortometrajes, Day of the Fight, Flying Padre y The Seafarers, realizó su primer largometraje, Fear and Desire (1953), que a pesar de su fracaso le sirvió para emprender su prolífica carrera como director.

El beso del asesino (1955), film enmarcado en el cine negro, y presentado a través de enredados flash-back, supuso el reconocimiento de Kubrick como cineasta.

Con Atraco perfecto (1956) se convirtió en toda una revelación. Al más puro estilo del cine negro, desarrolló su ingenio narrativo jugando con la temporalidad de la acción.


En Senderos de gloria (1957), un claro drama antimilitarista, hace una ácida crítica al ejército, donde las jerarquías, el poder y la falta de comunicación asemejan la organización de la sociedad.

Espartaco (1960) aportó a las películas de romanos un toque intelectual y comprometido que han hecho del film no solo uno de los mejores del género, sino de la historia del cine.

Lolita (1962), adaptación cinematográfica de la novela de Nabokov, consolidó a kubrick como el pretigioso director que ya era.

«Las elementales reglas literarias para las historias de amor exigen un final con muerte o separación de los amantes, no pudiendo darse jamás que éstos consigan reunirse para siempre. Es también esencial que la relación deba escandalizar a la sociedad o a sus familiares. Los amantes deben ser condenados al ostracismo. Sería muy difícil construir una historia moderna que pudiera adherirse, con visos de realidad, a estas normas. En este aspecto creo que sería correcto afirmar que “Lolita” es una de las pocas historias modernas de amor.» Kubrick.

¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1963) , divertida comedia negra, ofrece una inteligente, locuaz y angustiosa sátira de la guerra fría y el peligro de las armas nucleares.

"Yo no olvido nunca que el cine es, ante todo, un medio de comunicación de masas. Ahí reside su funcionalidad política. Tal vez haya quien me acuse de posibilismo, pero estoy convencido de que es más efectivo un filme comercial ideológicamente consecuente que un panfleto político undergroeund". Kubrick.

2001, una odisea del espacio (1968), además de su gran éxito en el cine de ciencia ficción, supuso su incursión como compositor de sinfonías visuales, que consiguió con la ayuda de piezas de música clásica.

La naranja mecánica (1971) reproduce la pesimista visión de una sociedad futura, donde la violencia y la ausencia de valores generan el caos social.

Barry Lyndon (1975) , maravillosamente conseguida película de época.

El resplandor (1980). Adaptación de la novela de Stephen King, es una de las películas de terror más afamadas de la historia del cine.

La chaqueta metálica (1987) , inmejorable film bélico sobre la guerra de Vietnam, describe el proceso de deshumanización que sufren los soldados hasta convertirse en armas de matar.

Eyes wide shut (1997) fue su última película. Misteriosa e inteligente reflexión sobre las relaciones humanas.





martes, 6 de marzo de 2007

Un asombro pendiente: letras cubanas

Las letras cubanas ofrecen un amplio abanico de asombros literarios, como es el caso de Luis Manuel García, escritor, periodista y docente, nacido en la Habana en 1954. Un asombro pendiente es el sugerente título de uno de sus libros de poesía, publicado en 1994.

Se lo cojo prestado para hacer mi homenaje a los que nos ayudan a mantener viva la capacidad de seguir asombrándonos.
Un pequeño hueco en la vasta blogosfera para los que apreciamos y disfrutamos la sensibilidad y el arte, y andamos siempre buscando un nuevo asombro por descubrir.

"Un conocido escritor se sentó en mi banco el verano pasado. Traía un invierno portátil bajo su abrigo y todos los personajes de sus libros instalados en los ojos. En la superficie, los melancólicos, trágicos y muertos antes del décimo capítulo. No se dio cuenta de mi presencia. No ya de mi presencia literaria, sino incluso de mi presencia transeúnte, trivial. Se introducía maquinalmente las manos en los bolsillos y extraía semillas, hojas de almendro, papeletas de cine, recortes de cartulina. Los iba deshojando con la minuciosidad de un asesinato sensu Agatha Christie. Cuando se marchó, no pude apartar la impresión de que un árbol había desequilibrado para siempre a mi maestra de biología, echando a andar. En el suelo, encontré esta carta sin destinatario, sin fecha, sin remitente y sin esperanza". (Un asombro pendiente)


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SUS OBRAS:

Además ha publicado, entre otros, volúmenes de cuentos, poemarios y novelas, que le han hecho ganar diversos premios.
Sin perder la ternura (1987)
Los amados de los dioses (1987)
Los forasteros (1989)
Recuerdos del olvido (1992)
Salto mortal (1993)
Utopiario (2003)
Habanecer (1992)
El restaurador de almas (2002)

Te debo un acto de amor
cuando no sólo parezca que la tierra tiembla,
sino que tiemble de verdad.

Te debo el momento en que una flor
pone cara de asombro.

Te debo una llamada telefónica
donde ardan las palabras y creemos,
en materia de comunicaciones,
una catástrofe nacional, irreparable.

Te debo un animal doméstico
que sea mitad delfín y madreselva,
un animal que desentierre diamantes de tu jardín
y se los coma.

Te debo el último recuerdo de un ahogado;
un aguacero en el Sahara,
una insolación en Queen Maud Land,
una nevada en Veintitrés y L.

Te debo la agonía de una libélula aplastada
contra el parabrisas.

Te debo la sombra del tiempo,
no su presencia dolorosa;
el momento justo en que toda la ciudad hace silencio
y se escucha a decenas de kilómetros
el ruido, al caer, de una moneda.

Te debo mi adolescencia, la que debí tener.
Te debo un curso sin examen final sobre el significado de la palabra lejanía.

Te debo el vídeo de un sueño
y una foto, tipo carné, de la ternura.

Te debo la melancolía de un eunuco enamorado.

Te debo un elefante bonsai;
un bombillo incandescente donde nade,
al encenderlo, un pececito verde.

Te debo un dragón domesticado
por la princesa del castillo.

Te debo un amanecer detenido en los relojes
mientras hagamos el amor.
Y que la humanidad nunca descubra
esa hora de retraso.

viernes, 2 de marzo de 2007

El síndrome de Estocolmo






-Me encantan los animales. Tengo un montón en casa: un canario, un loro, un hurón, una iguana, dos huskys siverianos, un gato, tres tortugas de agua, y peces. Y eso que vivo en un piso… Hasta mis vecinos me preguntan si estoy preparando el arca de Noé, jajá. Es que me gustan tanto los animales…, los adoro-

Ésta es la típica frase de los que se creen fervientes amantes del mundo animal. Tiene gracia, cómo se puede ser tan incongruente e hipócrita, y encima ni darse cuenta.

A mi también me encantan los animales.
Lo primero que tuve fue una tortuga de tierra, de esas grandes. Bartola se llamaba, qué carita más graciosa tenía. En su agitada vida lo más emocionante parecía ser resbalarse con sus afiladas uñitas en el liso suelo, o salir de debajo del sofá llena de pelusas. Creo que no pudo aguantar tanta felicidad y un día, sin previo aviso, se lanzó desde el balcón.

Unos años más tarde tuve la feliz idea de tener un hámster: León, mi gordo y peludito ratón. Qué contento se puso el día que mi vecina me regaló una novia para él, pero ya nunca fue el mismo a partir de aquello. Se pasaba el día dale que te pego, ya no tenía tiempo para jugar conmigo, y enseguida la hámster hembra se quedó en estado y tuvimos que separar a mi León por si le daba por comerse a sus propias crías. El resultado fue que mi leoncito se escapó de casa, y la borde de la hembra tuvo un montón de ratoncitos que tuve que regalar. Le dejé un hijito para que no sintiera tan sola, pero cual fue mi sorpresa cuando al poco tiempo estaba de nuevo embarazada, ¡de su propio hijo!
–Si es que tanto encierro vuelve tarumba a cualquiera- pensé. Así que me deshice de ellos.

Un día, después de muchos años, me encontré con un cachorro perruno que estaba solito en la calle, muy asustado, llenito de pulgas, tan pequeñito...
Lo hablé con él seriamente:
-¿seguro que quieres venir a vivir conmigo? Vas a tener que pasar el resto de tu vida encerrado, privado de cualquier tipo de contacto con los de tu especie, y probablemente incluso mueras virgen…-
Pero su lametón en la cara me dio la respuesta.

Al principio no supimos si era macho o hembra, ¿qué sería aquello tan respingón que tenía entre las patas? (Estos niños de ciudad...). Era hembra. Pronto se hizo la dueña de la casa, y la dueña de nuestros corazones. Pero no puedo obviar lo que significará tal encierro para mi pobre perrita, que al fin y al cabo es un ser vivo, libre por naturaleza, como todos.
Pronto llegaron los embarazos psicológicos. Como no veía su instinto maternal satisfecho, le daba por adoptar a su pelota como hijito. A ratos la cogía con sumo cuidado con el hocico para llevarla a su camita y llorar desconsolada mirándola, a ratos le pegaba unos porrazos para jugar, que la hubiera matado de haber sido un perro pelota de verdad. Por no hablar de la “saliera”, claro. Pierna que veía, pierna que se quería beneficiar. Ahora la verdad es que ni ganas de eso tiene. Su vida se ha vuelto como la de muchas marujas, tardes de aburrimiento viendo el programa de Ana Rosa.

-¿Y que?- Me dicen muchos. -Ya quisiera yo esa vida para mi, todo el día durmiendo, comida gratis, caricias y mimos por doquier-
Incluso algunos tienen la osadía de decir que ellos son muy felices, que les encanta vivir así… ¡Já! (corte de manga incluido), ¡¡lo que tienen los pobres es un síndrome de Estocolmo como la copa de un pino!!

De todos modos está claro que a los pobres perros no les hemos dejado otra opción que vivir adoptados en nuestras casas, porque sino su destino sería vivir enjaulados en la perrera a la espera de la muerte. Sí, como en la prisión de Guantánamo.
Así que si decidimos adoptar a uno, hay que ser responsable y cuidarlo con cariño, para siempre, que no son un juguete.

Hago desde aquí una llamada a la sensatez.
Si tienes un lindo canario que te alegra las mañanas con su gracioso trinar, o un loro parlanchín. Si tienes una exótica iguana, o serpientes. Si tienes peces de colores, tortuguitas de agua o hamsters. Si tienes ardillas, hurones, o perros de la nieve, etc.
¿De verdad crees que vivir en una jaula, un terrario, una pecera o un hábitat que no es el suyo, es lo mejor para tus queridos animales? ¿de verdad crees que así son felices?

Si contestas que sí, vete a tomar por saco, ¡¡bruto insensible!!
Si por lo menos te he hecho pensar un poco…, por favor, no sigas haciendo tales burradas.
El tráfico y comercio de animales es casi tan horroroso como el tráfico de personas, no contribuyamos a ello, ni ayudemos a los que se lucran con él.

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 14 de febrero de 2007

San Valentín





San Valentín... ¡Qué bonito día! Me gusta casi tanto como la Navidad. Además, me parece la ocasión perfecta para conocerte a ti misma un poco mejor.

La victimista: qué sola estoy, ¿por qué a mi nadie me quiere?. Soy guapa, lista, simpática, limpia, apañá... Y mira la Inma, con lo gorda que está, ese bigote, que no sabe hacer ni la o con un canuto, y ¡¡hala!! siempre con novio la tía perra, ¡no lo entiendo!. Será mi sino...

La jodida: ¿Será cabrón el tío cerdo éste asqueroso? Es que ha pasao hasta de quedar conmigo hoy..., y vale que ya llevemos tres años y la pasión se afloja, pero joe, tampoco es tanto tiempo, y tan estropeá no estoy, solo he engordao ocho o diez kilos...
Desde luego, que poco detallistas son los hombres.

La liberada: ¡qué suerte tengo de estar sola! ¡Anda y que se vayan todos al carajo! Me encanta ser libre e independiente, poder hacer lo que quiera cuando me de la gana, sin tener que dar explicaciones, aguantar reproches, celos o partidos de fútbol. Puedo hacerme trencitas con los pelos de las piernas, ponerme bragas de cuello vuelto y eructar tan tranquila después de comer. ¡Ahora puedo decir que estoy viva!

La masoquista: Voy a ir a dar un paseo, no soporto quedarme sola en casa un día como éste. Aunque tenga que ver parejitas por donde quiera que voy, ahí todos cogiditos de la mano, inundando los parques y los restaurantes, con esas caras tan felices, haciéndose mimitos, que parece que el mundo se ha parado a su alrededor...

La recién ennoviada: Voy a prepararle una cena afrodisíaca en mi casa, luego me daré un baño de burbujas, llenaré la habitación de velas, pondré música sensual. Hasta me prepararé un streptease para después de la cena. Y no se me pueden olvidar las fresas y el champán, y la nata... mmmmm

La cazadora: Tengo que comprarle algo que lo deje estupefacto, que piense..."qué mierda de regalo le he hecho a la pobre, la próxima vez le regalo el anillo".

La resignada: Cariño, pero si a mi estas cosas me parecen tonterías, claro que no me importa que no me hayas comprado nada...

La idealista: Mira Jose, vale que me quieras mucho, vale que no puedas evitar el estar inmiscuido de lleno en esta asquerosa sociedad consumista y borrega, pero ¡¡¿cómo se te ocurre regalarme flores muertas?!! Además, para la próxima, y si tanta ilusión te hace el rollo éste, me haces un regalito cualquier otro día menos el 14 de Febrero, ¡por favor!. Y que no se te olvide... ¡las flores en maceta!

La práctica: -Joe, no creo que pueda soportar de nuevo un jersey de lunares o una cartera de snoopy, tengo que hacer algo-
Cari, ¿hacemos este año un juego por San Valentín? Verás que divertido: nos vamos al Corte Inglés, y allí nos separamos para buscar algo que nos guste mucho, mucho. Luego nos encontramos a una hora en la entrada, y vamos a comprarnos el uno al otro lo que hemos elegido, ¡¿vale?!


Lógicamente he pasado por casi todas las facetas antes comentadas, y algunas otras que gracias a Dios he conseguido olvidar, pero lo que todas han tenido en común es una cosa: el fracaso.

1. La primera vez.
Fue con mi primer novio reconocido, que no mi primer amor. Todos los días me decía lo afortunado que se sentía de tenerme como novia, mediante poemas, cartas -muchas cartas-, peluches -muchos peluches- o largas -largas, muy largas- charlas de tarde en los bancos de la plaza.
A los seis meses de salir juntos, a pesar de la envidia de mis amigas, y tras cajas y cajas llenas de poemas, dibujos, cartas, cuentos, peluches, y regalitos, yo -la verdad- ya andaba un pelín empachada de novio. Pero llegó el día de San Valentín, y mi súper novio me había prometido una súper sorpresa inolvidable.
Estaba yo esa mañana en clase tan tranquila, escuchando con los cinco sentidos a mi entretenido profesor de historia, cuando de repente llaman a la puerta. Un chico vestido de angelito cuya cara me era muy familiar asomaba su socarrona cara. No era mi novio, no, menos mal, pero sí el chalao de su amigo, el cual se introdujo resuelto en la clase con las manos llenas de sobres.
Yo, mirando hacia abajo -como si así nadie pudiera verme- crucé los dedos para que nada de aquello tuviera que ver conmigo. Pero enseguida mi nombre retumbó en la sala, y un montón de vítores y aplausos me pedían burlones y malévolos que me levantase.
Con la sonrisa más forzada que he puesto en mi vida cogí aquellas cartas, una por cada mes que habíamos estado juntos, y cuando me senté en mi pupitre dos lágrimas se me escaparon.
Sé que muchos pensaron que lloraba de felicidad, pero no fue así. Lloraba porque después de todos aquellos meses, todas aquellas cartas, todos aquellos poemas, palabras de amor, y peluches, supe que jamás podría llegar a enamorarme de aquel chico que tanto me quiso.


2. El amor ¿?
Mi segundo novio pasaba de mí como de la mierda. Enamoradita perdida me tenía.
El día de San Valentín lo llamé para saber si íbamos a vernos.
-Mi madre no me ha dejado dinero- le dije, -si pudieras venir tú para pasar la tarde juntos, cariñito...-
Me contestó, con su acostumbrado interés y amabilidad, que tenía cosas que hacer y que tampoco tenía dinero. Yo, resignada y enamorada hasta el tuétano, decidí que tenía que ir a verlo como fuera.
Una vez en su pueblo, nos fuimos a dar un paseo. Ya caída la tarde, se ve que el muchacho sintió hambre, y al pasar por un Mcdonald entró para comprarse algo de comer con el dinero ese que decía no tener.
Muerta de hambre, miraba como mi amado novio se ponía las botas delante de mí sin ofrecerme nada. Cuando estaba a punto de acabar me dijo: -¿quieres patatas, que no me las voy a comer todas?-
Yo, intentando que mis tripas no me delataran, le contesté que no tenía nada de apetito, pensando en lo mono que estaba con sus rizitos rubios y la boca llena de mayonesa.

3. La definitiva.
¡¡Por fin un novio normal!! Uf, qué alivio, esta vez seguro que no fracasa el día de San Valentín.

Primer San Valentín: no se acuerda. Quedo con el novio nº 1, que todavía tiene cartas para darme.

Segundo: se lo recuerdo cada 5 minutos para que no se olvide, y el señalado día vamos a una hamburguesería. -Al menos me invita..., ¿eh?-

Tercero: Ohhhh, ¡¡muchos regalos!! ¡¡esto es amor!! Un jersey muy....muy mono - que usé para dormir-, un reloj muy...muy blanco de plástico -que descambié por un despertador-, y un libro -con ese sí acertó, menos mal- .

Cuarto: ¿Y si nos ahorramos el dinero de la cena y nos quedamos en casa tranquilitos, amorcito? No hay nada como la tranquilidad del hogar...

4. La solución.
Después de haber mandado a la porra a la resignada, la práctica y la idealista, y de sentirme bien jodida, masoquista y victimista, llegó por fin la liberación, y con ella, muchos años de San Valentín con mi ex, el último, y sus respectivas cenas y muchos regalitos. Pero ya como amigos, con pelos en las piernas, bragas de cuello alto, eructos, tranquilidad, y un buen rollo que no os podéis imaginar. Y es que hay otros tipos de amor y otros tipos de San Valentín, ¿eh?






jueves, 8 de febrero de 2007

Un duro golpe





Esta mañana he tenido el disgusto más grande de toda mi vida.

Al despertar, todavía medio atontada, el espejo reflejaba un rostro que sin duda no me pertenece. Ojeras, bolsas, ¡¡que mala cara!!, y unos pelos...

- ¿Dónde ha quedado aquel cutis terso, como de porcelana, y aquel cabello sedoso que tenía a los 15 años? -

Con ánimo de espabilarme, y para evitar que asomara la incipiente depresión pre treintena que se me avecina, empecé a echarme agua fresca. Ya más aliviada, al ir a secarme, me acerqué un poco más al espejo atraída por unas graciosas marcas a los lados de los ojos.

-Anda, se me han quedado las sábanas marcadas en la cara, jajajaja, siempre me ha hecho gracia eso. A ver si dándome con la toalla se me borran...- Pero aquello no se iba ni patrás.

 

Sin darle más importancia, me dirigí a la cocina a prepararme el desayuno, y al volver para vestirme, aquellas marcas seguían alli.

- Ayyyy, noooo, ¡¡¡no puede ser!!!. ¿No serán..., no serán...?-
La palabra arruga no quería salir de mi boca.

Mi madre, muy graciosa y animada, estaba espiándome desde la puerta.
- ¿Te han salido patas de gallo?. Jajajajaja, ¿tan pronto?, jajajajaja -

Sentada en el water con los hombros caídos y la mirada perdida, hundida, sentí que mi madre -que se estaba riendo salvajemente a carcajadas- era el mismísimo diablo. De un portazo le cerré la puerta del baño en las narices, necesitaba con urgencia un momento de reflexión conmigo misma.

- Anda, anímate tonta. Si no estás tan mal... -
La pose a lo Angelina Jolie, mirada felina y labios hacia fuera, me favorecían lo suficiente como para decidir seguir con mi vida.

Al bajar a la calle, noté que un viejecito venía hacia el portal con un apurado pero lento paso que me recordaba al anuncio ese de "las muñecas de famosa se dirigen al portal.."
- Pobrecito -, pensé , - lo hecho polvo que está y lo contento que parece. Desde luego, es que hoy en día a los viejos no los quiere nadie. Seguro que nadie lo espera nunca al pobre con la puerta abierta -

Decidí aguantar pacientemente hasta que llegara, y cuando iba entrando me dijo cortés:
- Muchas gracias, señora, muy amable -

- ¡¡¡¿¿¿Señoraaaa???!!! . ¿¿Señora de quéee??. Será asqueroso el viejo éste, venirme a decir a mi señora.., ¡¡¿pero él se ha visto?!! -
Indignada me fui al mercadona a comprar calabacines.

En el supermercado todos los espejos parecían mirarme maliciosos. A cada esquina que cruzaba con el carrito, ¡zas!, allí estaba uno reflejando mi cara.

 

Harta de la situación, cogí velocidad y medio volando me dirigí al pasillo de congelados, que allí estaría a salvo. Después de un rato rebuscando entre los revueltos de verduras, al levantar la vista, el dorso de una lata de tomate sin etiqueta - seguramente colocada allí para vigilarme- volvió a mostrar mi rostro, esta vez deforme, surcado por decenas de rayitas horizontales que me hacían parecer una peonza.

 

- Se acabó. ¡No van a poder conmigo! -

Me fui al pasillo de belleza y me compré una crema antiarrugas para mayores de treinta años.

 

- Sí, ¿qué pasa? Ya no soy una niñata, ¡ahora soy una mujer interesante! - y haciéndole burla al espejo, me dirigí orgullosa hacia la caja.

 

Al pagar, la joven cajera me agradeció amablemente mi compra.

- Muchas gracias, aquí tiene USTED su cambio -