lunes, 3 de marzo de 2014

Hermanos

Menos mal que los tenía.

En los veranos con abuelo, cazando jibias y moluscos, siempre a remojo.
En los inviernos haciendo hogueras, juegos miles, comilonas, vendiendo pulseras, robando.

Tantas ciudades, casas, puertas, amigos. Juntos.

Un sofá abandonado, hecho trizas, en el descampado de enfrente.
El juego era sentarnos, empujarlo con fuerza, caernos sobre su respaldo, morirnos de risa y volverlo a levantar. Una y otra vez.

Siempre descubriendo, callejeando, descampeando.

Qué felices éramos.
Mis hermamos y yo.

Ahora también.


martes, 25 de febrero de 2014

En gotas

Me pasa de toda la vida.
No entiendo nada.

Ella... se preocupa porque no sabe cómo estoy cuando no estoy con ella. Depresiva dice que se pone. Pero cuando estamos juntas se queja de todo, casi sin parar, de la nada. En realidad no quiere estar conmigo...

Él... se preocupa constantemente de cómo estoy cuando estamos juntos. Se que quiere estar conmigo.

Ambos me agobian.

Cuando era pequeña mi 'mejor' amiga se iba los fines de semana a su chalet de la playa.
Cuando volvía el domingo, si me veía jugando con Elena en el patio de nuestro edificio de ciudad, se ponía tan celosa que una vez llegó a pegarle.

Mi mejor amigo ya nunca me llama, ni me pregunta cómo estoy.
La verdad es que se lo agradezco.

















miércoles, 19 de febrero de 2014

Gracias, María

Siempre me he preguntado por qué muchos enfermaremos de nostalgia crónica, de esa que te lleva casi hasta el suicidio existencial.

Imaginaba que era por el desagradecido paso del tiempo y su consecuente pérdida de ingenuidad, que te clavan al suelo hasta matarte las ilusiones. Era tan intenso y placentero vivir con mirada de niño...

Pero ya se sabe y se canta: Al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver.
¿Para qué?

Tanta lucidez puede acabar incluso con tus idílicos recuerdos, con tu hogar primero. Corres el riesgo de perderte para siempre.

Un día, paseando solo por la ciudad, te das cuenta de que todo es una gran mentira.

En cada barrio una amiga o un novio que ahora son invisibles o están muertos.
En aquella esquina el primer cosquilleo.
En la plaza, las noches fuera de casa.

Pero ya nada conserva tu aroma, y el mar es otro, y tú eres otro, y los libros, y los niños, y las guerras.

Todo era mentira desde antes, y luego... sólo pasado, recuerdos, hologramas.

Ese día es como si algo empezara a pudrirse por dentro. Aprendes que la vida es un compendio de derrotas que se acercan hasta la pérdida infinita que es la muerte, esa jodida que nos lanza al justo abismo de la desmemoria.

Qué miedo perder los recuerdos si es lo único que tenemos, aunque los sepamos inflados por momentos persistentes de esos que cubren huecos. Nuestras memorias, la memoria, esa vanidosa huella ciega y hambrienta que nos hizo pensarnos merecedores de permanecer.


El hogar al que volver para ser feliz.

Pero buscar la felicidad cuando la muerte te acecha y la vida te apremia puede conducirte, tan engañado como extasiado, a adentrarte en Shangri La, el paraíso perdido.

Y los paraísos, como el pasado, no son sino espejismos donde descansar.

Sería más fácil esconder los cuernos ante los jueces y las injusticias, maquillarte las agallas, encarnadas de nadar en círculo.


Pero al final lo único que importa es vivir, VIVIR, ¡VIVIR!.

Quemarte, cagarte de miedo, sucumbir, revolcarte en el fango, dormir a la sombra, amar, estar solo, sufrir, y sí, también sentirte a veces muy feliz.

La vida es demasiado importante para tomársela en serio, y siempre se ha dicho: lo importante es participar.

Pues ale, a jugar...
Y a inflarse a MARIHUANA !!!! XDDD

...momentos...


Un gato dando vueltas sobre sí mismo en el alfeizar de un sexto piso, con la ventana cerrada.
Unos canarios enjaulados en la playa tomando el sol.
Hormigueros hacia fuera.
Una vara y un portazo.
Caracoles sin concha.
Mi perrita dormida, preciosa, mientras planeo matarla.
Alguien observándome pensando que no me doy cuenta.
Una mujer tirando su consolador artesanal por el balcón antes de suicidarse.
El contenedor de basuras de los juzgados lleno de dildos y correas.
Una planta surgiendo de una alcantarilla.
Un perro callejero jugando en la carretera, aprovechando la madrugada.
Madres desquiciadas por la muerte de sus hijos.
Un viejo cambiando de zapatos en un contenedor.
Su culo lleno de ladillas.
Un perro atado en una cocina años enteros.
Dos estrellas unirse y avanzar juntas.
Policías en mi cuarto.
Mi bolinga reflejo dándome un beso en los labios.
Una paloma muriendo, intentando resguardarse de la gente.
Unos ojos vacíos.
El chochito precioso de una anciana con alzheimer.
Mi abuelo muerto, como un muñeco de cera.
La locura entrando por los poros de la frente.
Un perro con ruedas corriendo por el paseo.
Un charco de orina debajo de un pupitre.
Los árboles llenos de cotorras.
La luna llena.
Lo guapo que eres.

Pasen y vean


Alienante lucidez del autoengaño
por el niño esclavo que nos etiqueta

como siervos del consumo majareta
que engrandece al empresario tacaño.

 
Cerdos de media jaula, ubres llagadas

gallinas sin sol ni pico, foie de pato

Bramidos de exterminio dispensados
por bandejas recicladas de supermercado.

 
Demandantes de la tragedia
eslabones de la cadena

mafiosos al mejor saldo.

 
Maquillado hasta el lado oscuro
el sadismo se disculpa en el teatro.





 

Happiness (a Jota)


(Quería hacer un poema pero me ha salido esta mierda)

Muchos culos tienen almorranas,

pellejitos de lentejas y hasta ladillas.

Las adolescentes se olfatean las bragas,

algunos jóvenes fantasean con follarse a sus madres,

y un calvo padre de familia simula empalmado

ver el telediario bajo las mantas.

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Los méritos, solo de valor añadido

Los poetas, siempre fallidos

Las inversiones en saco roto,

y el amor casi sin suspiros.

 

El ofrecimiento espera su turno para pasar factura,

los jefes son exprimidores de almas y talentos
y el tiempo siempre deja metralla.

 
Los consuelos, tan inútiles como reciclables,

las injusticias, del todo a cien y de las internacionales.

Los desvelos, vicios y desvaríos tan propios como ajenos

 

Tu perro no te quiere, tiene hambre y síndrome de Estocolmo

y a tu canario no le gusta estar encerrado por mucho que te cante.

Algunas mujeres hacen denuncias falsas de maltrato

y tú hace años que ni chapoteas en un charco,

ni te echas la siesta a la sombra de un árbol.

 

Vivimos enterrados bajo el móvil, el Facebook y youtube,

los catálogos del Lid’l, el Ikea o Carrefour.

 
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Masoquistas, encerrados en un mundo de palabras, cementos,

Sentados siempre en la misma silla,

bajo el mismo trozo de techo,

frente a las mismas pantallas.

Pero, ¿ sabes? TÚ me haces feliz.

Y te quiero.

Ahí es nada
 

Flores para un bombardeo



Si me pusieran una pistola en la sien

les animaría a apretar el gatillo

con una sonrisa de oreja a oreja.

 

Si quisieran empujarme desde el precipicio

saltaría antes yo misma llevándolos conmigo.

 

Como el día que alenté a aquel violador a acercarse si tenía huevos, con tanta rabia, que salió corriendo.

 

Contra una mirada sin nada que perder nadie se atreve.

ya no le tengo miedo a nada

en esta prórroga en la que sólo cabe un resultado.

 

Ni al desamor

ni a los bombardeos.

Ni a los insultos

ni a las bofetadas.

Ni a la incertidumbre

ni a la soledad.

Ni al frío,

ni al hambre,

ni al miedo.

 

Sólo a tu olor y tus manos

a veces,

cuando me llaman.