lunes, 31 de agosto de 2009

El mal de ojo clínico 1º parte

 





Creo que hay cosas que no terminé de aprender con tanto cambiar de escuela, o quizá fue que me perdí capítulos clave de Barrio Sésamo, porque hasta hace un par de días seguía bastante perdida en cuestiones elementales de convivencia y supervivencia: nadie es como parece, nada es lo que parece, y el rollo hipie pasó de moda hace 30 años.

Ya la etimología del término "persona", que alude a máscaras y personajes, nos tenía avisados desde hace tiempo de la doble cara y el cinismo humano, pero como tengo el google desde hace poco no me había enterao... La cosa es que tuvo que venir mi señora madre después de 30 años de existencia a decirme una verdad como un templo:

-es que tú te equivocas mucho con la gente, niña-
-¿Yoooo?- -¡¿yo equivocarme con la gente?!-

Una de mis dos mejores amigas me dio la primera lección: los sábados me ponía carita de pena porque se cortaba las venas antes que quedarse sin salir, la pobre; así que yo, como buena amiga, dejaba a mi chico de lado para irnos por ahi a bailar. Los domingos seguía siendo deprimente quedarse sola en casa, osea que la ivitaba a merendar para animarla un rato. Entre semana, era yo también la que pagaba el cafelito de las penas (tenía muchas penas, pobrecita), y los viernes, pues tmb pagaba yo las tapas en el bar de abajo a mi pobrecita amiga. Es que...pobrecita mi amiga, no tenía novio, ni trabajo, ni amigos...y quien mejor que yo, su amiga del alma, su hermana adoptiva, para intentar que fuera feliz.

Un día me vino loca de contenta contándome que se habia ligado a un chico: no volví a verla hasta 5 meses después. Fue de casualidad, nos encontramos por la calle y, como buena amiga, no quise reprocharle a mi pobre amiga que hubiera pasado de mi así. Pa una vez que se echaba novio, era normal que quisiera exprimir la situación al máximo... Tomando el cafelito me contó que iba a montar un negocio ¿? (con todo el dinero que se había ahorrado conmigo no me extraña), se despidió de mi con un abrazo, pasó a pagar por la barra antes de irse, y al salir el camarero me paró en seco: faltaba mi café por pagar.

Para pasar semejante decepción llamé a la otra mejor amiga que me quedaba para charlar un rato. Hacía tiempo que no nos veíamos al vivir en ciudades bastante alejadas, me dijo que me echaba muchísisisisimo de menos, y me invitó a pasar tres semanas en su casa.

"Lo siento, querida amiga, yo también te echo de menos, pero llevo en paro un tiempo, en casa andamos regular de dinero, y no puedo ir a verte"

"Tú por eso no te preocupes, queridísisisima amiga, con que consigas el dinero del avión, por lo demás no tienes absolutamente nada de lo que preocuparte, aqui vienes con todos los gastos pagados, todos, te lo aseguro"


Continúa.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Hogar, dulce hogar


Siempre me ha costado sentirme patriótica, pertenecer a un determinado grupo social, o tener que acotar mi personalidad. Suelo hacer mejores migas con las hermanas pequeñas de mis amigas, con sus novios o sus madres, supongo que será porque a los de mi edad los tengo más a mano. Y es que es difícil valorar y disfrutar lo que tenemos cerca sin ansiar ir más allá.

Con los lugares pasa igual. Siempre he despotricado de lo lindo de mi ciudad, no sabía qué le veían de bonito o especial... tan descuidada, tan sucia, tan llena de merdellones. No creo que por haber nacido en un lugar uno tenga que defenderlo contra viento y marea, por eso me sorprenden tanto las absurdas rivalidades: Málaga-Sevilla, Las Palmas-Tenerife, Madrid-Barcelona, el Norte-el Sur... menuda chorrada. Todos los lugares tienen su encanto, y todas sus gentes, que se diferencian únicamente por la forma de pronunciar las eses -seseantes, ceceantes, aspiradas, o inexistentes-. Yo las he pronunciado ya de todas las maneras, y he bailado con las mismas ganas las sevillanas, el chotis, las isas o la lambada.

Mis vacaciones estivales por el noroeste de España, sin embargo, me han hecho cambiar de opinión: Pasado despeñaperros y los molinos parriba los diferentes paisajes me iban animando:

"Qué verde todo, qué casitas de piedra mas monas, qué rico fresquito; qué suerrrte, ¡lluvia en agosto!; qué rica lluvia ¡y en agosto!; hay que ver tanta lluvia...¿no?
¡joder con la puta lluvia en pleno agosto!"

"Je, qué carácter estos habitantes que ni devuelven el saludo así les maten...
-¿por qué nos mirarán así?-
Señora, entiendo que le cueste devolverme el dinero de la habitación, pero es que me da un poco de cosa dormir en una cama llena de pelos, "pelillos" y manchas sospechosas -que menos mal que me ha dao por encender la luz antes de acostarme ehh-; Pues pa ser la primeeera veeezz que lees pasóooo no la veo muy sorprendida..."

"Disculpe señorita cajera, no me ha devuelto mi tarjeta de crédito..." (15 minutos despues) "Les digo que no me la ha devuelto, no estoy aqui mirando fijamente como trabaja por amor al arte..." (30 minutos despues: el de mantenimiento, el encargado, el segurata, y dos cajeras más mirando anonadados cómo la cajera pierdetarjetas pasa más y más productos por la cinta) "¡¡quieren cerrar la caja de una vezzz y buscarme mi tarjeeeta!!".

"Um, señorita, media hora esperando dos bocadillos tiesos de salchichón por 7 euros, digo yo que al menos le podía haber quitado los plastiquillos..."

"Buen hombre, hace un rato que le he dicho buenas noches, busco una habitación para dormir, ¿sería tan amable de mirarme a la cara por lo menos?".

"¿De qué coño ze ríe eza?, ziii, íaaa, zomo andaluze, hablamo con la z, y eso no quiere dezí que seamoh tontoh, que no vea, estais tos esnortao eh, ¡vaaya empanaera y mala follá!"


En fin, menos mal que somos los andaluces los que tenemos la fama de flojos y maleducados... Pero bueno, será que he tenido algo de mala suerte y me he topado tanto con los tópicos como con las excepciones que confirman la regla, y que soy más exagerá que to las cosas.

Al menos me ha servido para valorar lo que tengo. Estaba deseandico volverme pa mi casa, sentir ese calor pegajoso de las noches de agosto, el terral de 40 grados a la sombra, las playas abarrotadas de gente, sombrillas y sandías enterrás en la arena. Por Dios, sí echaba de menos hasta ver algún merdellón...

Viva Andalucía, con sus cosas buenas, sus cosas malas, y las regulares. Vivan sus casitas blancas encalás, sus viejecicas limpias y apañás con sábanas relucientes. Vivan los pucheros, el gazpachuelo, el salmorejo y el gazpacho. Vivan los chiringuitos con pescaito frito recien pescao, los camperos de a kilo, y los puestos de chumbos pelaos. Vivan las vecinas sentás en la puerta a la fresquita comiendo pipas, el saludo guasón del del kiosco, y los piropos de los obreros. Viva mi vecina del quinto, que aunque te mire de arriba abajo y se acerque solo pa ver si traes los ojos coloraos, por lo menos da las buenas noches.

A veces hay que alejarse un poco para ver las cosas con claridad, y darse cuenta de que detrás de lo más sencillo se escondía el misterio de la vida. De la buena vida.