lunes, 3 de marzo de 2014

Hermanos

Menos mal que los tenía.

En los veranos con abuelo, cazando jibias y moluscos, siempre a remojo.
En los inviernos haciendo hogueras, juegos miles, comilonas, vendiendo pulseras, robando.

Tantas ciudades, casas, puertas, amigos. Juntos.

Un sofá abandonado, hecho trizas, en el descampado de enfrente.
El juego era sentarnos, empujarlo con fuerza, caernos sobre su respaldo, morirnos de risa y volverlo a levantar. Una y otra vez.

Siempre descubriendo, callejeando, descampeando.

Qué felices éramos.
Mis hermamos y yo.

Ahora también.