jueves, 8 de febrero de 2007

Un duro golpe





Esta mañana he tenido el disgusto más grande de toda mi vida.

Al despertar, todavía medio atontada, el espejo reflejaba un rostro que sin duda no me pertenece. Ojeras, bolsas, ¡¡que mala cara!!, y unos pelos...

- ¿Dónde ha quedado aquel cutis terso, como de porcelana, y aquel cabello sedoso que tenía a los 15 años? -

Con ánimo de espabilarme, y para evitar que asomara la incipiente depresión pre treintena que se me avecina, empecé a echarme agua fresca. Ya más aliviada, al ir a secarme, me acerqué un poco más al espejo atraída por unas graciosas marcas a los lados de los ojos.

-Anda, se me han quedado las sábanas marcadas en la cara, jajajaja, siempre me ha hecho gracia eso. A ver si dándome con la toalla se me borran...- Pero aquello no se iba ni patrás.

 

Sin darle más importancia, me dirigí a la cocina a prepararme el desayuno, y al volver para vestirme, aquellas marcas seguían alli.

- Ayyyy, noooo, ¡¡¡no puede ser!!!. ¿No serán..., no serán...?-
La palabra arruga no quería salir de mi boca.

Mi madre, muy graciosa y animada, estaba espiándome desde la puerta.
- ¿Te han salido patas de gallo?. Jajajajaja, ¿tan pronto?, jajajajaja -

Sentada en el water con los hombros caídos y la mirada perdida, hundida, sentí que mi madre -que se estaba riendo salvajemente a carcajadas- era el mismísimo diablo. De un portazo le cerré la puerta del baño en las narices, necesitaba con urgencia un momento de reflexión conmigo misma.

- Anda, anímate tonta. Si no estás tan mal... -
La pose a lo Angelina Jolie, mirada felina y labios hacia fuera, me favorecían lo suficiente como para decidir seguir con mi vida.

Al bajar a la calle, noté que un viejecito venía hacia el portal con un apurado pero lento paso que me recordaba al anuncio ese de "las muñecas de famosa se dirigen al portal.."
- Pobrecito -, pensé , - lo hecho polvo que está y lo contento que parece. Desde luego, es que hoy en día a los viejos no los quiere nadie. Seguro que nadie lo espera nunca al pobre con la puerta abierta -

Decidí aguantar pacientemente hasta que llegara, y cuando iba entrando me dijo cortés:
- Muchas gracias, señora, muy amable -

- ¡¡¡¿¿¿Señoraaaa???!!! . ¿¿Señora de quéee??. Será asqueroso el viejo éste, venirme a decir a mi señora.., ¡¡¿pero él se ha visto?!! -
Indignada me fui al mercadona a comprar calabacines.

En el supermercado todos los espejos parecían mirarme maliciosos. A cada esquina que cruzaba con el carrito, ¡zas!, allí estaba uno reflejando mi cara.

 

Harta de la situación, cogí velocidad y medio volando me dirigí al pasillo de congelados, que allí estaría a salvo. Después de un rato rebuscando entre los revueltos de verduras, al levantar la vista, el dorso de una lata de tomate sin etiqueta - seguramente colocada allí para vigilarme- volvió a mostrar mi rostro, esta vez deforme, surcado por decenas de rayitas horizontales que me hacían parecer una peonza.

 

- Se acabó. ¡No van a poder conmigo! -

Me fui al pasillo de belleza y me compré una crema antiarrugas para mayores de treinta años.

 

- Sí, ¿qué pasa? Ya no soy una niñata, ¡ahora soy una mujer interesante! - y haciéndole burla al espejo, me dirigí orgullosa hacia la caja.

 

Al pagar, la joven cajera me agradeció amablemente mi compra.

- Muchas gracias, aquí tiene USTED su cambio -

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