miércoles, 19 de febrero de 2014

Gracias, María

Siempre me he preguntado por qué muchos enfermaremos de nostalgia crónica, de esa que te lleva casi hasta el suicidio existencial.

Imaginaba que era por el desagradecido paso del tiempo y su consecuente pérdida de ingenuidad, que te clavan al suelo hasta matarte las ilusiones. Era tan intenso y placentero vivir con mirada de niño...

Pero ya se sabe y se canta: Al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver.
¿Para qué?

Tanta lucidez puede acabar incluso con tus idílicos recuerdos, con tu hogar primero. Corres el riesgo de perderte para siempre.

Un día, paseando solo por la ciudad, te das cuenta de que todo es una gran mentira.

En cada barrio una amiga o un novio que ahora son invisibles o están muertos.
En aquella esquina el primer cosquilleo.
En la plaza, las noches fuera de casa.

Pero ya nada conserva tu aroma, y el mar es otro, y tú eres otro, y los libros, y los niños, y las guerras.

Todo era mentira desde antes, y luego... sólo pasado, recuerdos, hologramas.

Ese día es como si algo empezara a pudrirse por dentro. Aprendes que la vida es un compendio de derrotas que se acercan hasta la pérdida infinita que es la muerte, esa jodida que nos lanza al justo abismo de la desmemoria.

Qué miedo perder los recuerdos si es lo único que tenemos, aunque los sepamos inflados por momentos persistentes de esos que cubren huecos. Nuestras memorias, la memoria, esa vanidosa huella ciega y hambrienta que nos hizo pensarnos merecedores de permanecer.


El hogar al que volver para ser feliz.

Pero buscar la felicidad cuando la muerte te acecha y la vida te apremia puede conducirte, tan engañado como extasiado, a adentrarte en Shangri La, el paraíso perdido.

Y los paraísos, como el pasado, no son sino espejismos donde descansar.

Sería más fácil esconder los cuernos ante los jueces y las injusticias, maquillarte las agallas, encarnadas de nadar en círculo.


Pero al final lo único que importa es vivir, VIVIR, ¡VIVIR!.

Quemarte, cagarte de miedo, sucumbir, revolcarte en el fango, dormir a la sombra, amar, estar solo, sufrir, y sí, también sentirte a veces muy feliz.

La vida es demasiado importante para tomársela en serio, y siempre se ha dicho: lo importante es participar.

Pues ale, a jugar...
Y a inflarse a MARIHUANA !!!! XDDD

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