Si me pusieran una pistola en la sien
les animaría a apretar el gatillo
con una sonrisa de oreja a oreja.
Si quisieran empujarme desde el
precipicio
saltaría antes yo misma llevándolos
conmigo.
Como el día que alenté a aquel violador a
acercarse si tenía huevos, con tanta rabia, que salió corriendo.
Contra una mirada sin nada que perder
nadie se atreve.
ya no le tengo miedo a nada
en esta prórroga en la que sólo cabe un
resultado.
Ni al desamor
ni a los bombardeos.
Ni a los insultos
ni a las bofetadas.
Ni a la incertidumbre
ni a la soledad.
Ni al frío,
ni al hambre,
ni al miedo.
Sólo a tu olor y tus manos
a veces,
cuando me llaman.
No hay comentarios:
Publicar un comentario