miércoles, 26 de mayo de 2010

En busca de Dios





¿Habéis pensado en suicidaros alguna vez? A mi me pasa de media una vez al mes. No es que lo piense con la determinación de hacerlo, claro, más bien me gusta verlo como una opción a los problemas, los agobios, o el aletargamiento existencial. La típica tontería injusta y egocéntrica que pueden permitirse las personas sanas...

Con 12 o 13 años sí me lo tomaba más en serio. Pensaba que el mundo era demasiado vulgar como para querer soportarlo, y me encerraba durante horas en el baño con una tijera en la mano, debatiendo conmigo misma si merecía la pena vivir. Lo único que conseguía equilibrar la balanza por la vida eran los libros, y el gustito que daba mear cuando tenía muchas ganas. Así que eso hacía para sobrevivir, leer y aguantar las ganas de mear.

Un día me di cuenta de que lo que tenía realmente era un aburrimiento de la hostia. Mis aficiones pseudo intelectuales me entretenían, pero me hacía falta la compañía adecuada, gente con quien compartir aquellas inquietudes.


No encontré a nadie así, pero por suerte me eché perro. Como me seguía el rollo en todo, parecía adorarme, y encima era divertida de la hostia, mi perra se convirtió en la compañía ideal. Y allí que nos íbamos las dos a recorrer la ciudad dejando las penas en casa.

Así aprendí de nuevo, como cuando tenía 5 o 6 años, a sentir, a reconocer las innumerables sorpresas que -buenas y malas- el mundo tenía escondidas muy cerca. Y junto a mi perra viví cosas inolvidables, conocí seres de lo más interesantes, y empecé de nuevo, por fin, a vivir.

Hace unas semanas, cuando murió la chuchilla, me sentí igual de sola y vacía que cuando tenía 13 años y me encerraba en el baño con una tijera en la mano. Solo que esta vez sí intenté suicidarme, de la forma más compulsiva y jodida que algunas personas hemos aprendido: a base de hidratos de carbono y silla de ordenador.


Espaguetis, pizzas, bocatas y donuts de chocolate durante semanas sin levantar el culo del asiento en todo el día puede llegar a matarte. A las malas, si no te mata, te convierte en una persona apática, amargada y con sobrepeso, que es prácticamente otra forma de suicido social y/o existencial.

Entre donuts y donuts pensaba en si, de un casual, no existiría de verdad el cielo, Dios, los angelitos... Y en que, de ser así, estarían mi perri y mi abuelo allí para recibirme e invitarme a unas tostadas con filadelfia.


-Joder- pensaba también. -O lo mismo la chucha se ha reencarnado y puedo encontrarla de nuevo. ¿No hablaba George Cloony con su cerdo muerto? cosas mas raras se han visto-

Asi que desde hace unos días he vuelto a despegar mi gordo culo del ordenador, a dejar de lado los espaguetis y los donuts de chocolate, y a darme paseos por mi barrio, la ciudad y el mundo, en busca de una respuesta.


De esa inquietante y ambigua belleza que me traiga de nuevo a la tierra. En busca de Dios.

Porque Dios está donde uno menos se lo espera, y más que al final, suele aparecer durante el camino:

No hay comentarios: