Desde que nacemos, vamos forjando una
identidad que emana de un sinfín de cruces estratégicos y/o aleatorios, tejidos
con la ayuda del tesón y los recuerdos. La identidad emerge desde el esfuerzo
continuo de ser, lo que algunos llaman alma. Pero no es más que la simple consecuencia
del ensayo-error, aliñada con las experiencias, y la capacidad para entender,
aprender y crecer.
Con la ingenuidad atribuida al nacer,
auguramos un futuro de sumas: Tendré una casa -llena de cosas-, un amor, niños,
el perrito y el loro. Un buen trabajo, amigos por todos sitios, una familia que
crece, y sabiduría.
Pero al final te das cuenta de que la
vida no es más que un cúmulo de pérdidas, algunas insoportables de entender,
decepciones, y experiencias dificiles de digerir.
Malentendidos escondidos tras la
incapacidad de comprender la naturalidad, o formas de ser diferentes, y tras
las proyecciones inconscientes de personalidades bastante simples o demasiado
retorcidas.
Alusiones erróneas, actos
malinterpretados, y egoismos varios disfrazados de victimismo interesado.
Peliculitis, machismos camuflados -las mujeres NO buscamos la salvación divina
en el amor, solo buena compañía para el camino-, libertades de espíritu solo
pretendidas. Simplezas ignoradas que alejan y hasta duelen de puro harto.
Juegos -"cal y arena",
"ratón y gato", "yo siempre gano"-, batallas, argucias
demasiado evidentes.
Me estoy enfermando de misantropía. No
soporto perder el tiempo y la energía con tantas tonterías que para colmo me
importan demasiado. Inversiones en saco roto, esperanzas aniquiladas, respetos
perdidos, esencias fingidas. Egoísmos exacerbados, manipulaciones, injusticias,
malos modos. Desagradecimientos, faltas de empatía, descorazonados corazones
enseñados a emitir latidos aprendidos.
Todo es una batalla. Conseguir el puesto,
pisotear a los candidatos. Ensalzarse en la lucha con méritos de valor añadido.
Fingir para despues hundir, porque lo importante es la victoria y el consuelo
de ver engrandecido el ego. Superioridades que terminan por perpetuar y encauzar
roles. Peliculitis aguda. Suposiciones absurdas amparadas en la falta de
recursos sensibles. Ofrecimientos que esperan su turno para pasar factura.
Exprimidores de almas y talentos. Egoismos con venda. Desperdicios con
metrallas de tiempo.
Pero la búsqueda de la felicidad encontró
por fin su camino: sueño, luego existo. Y en mi soledad de indentidad de
cruces, fracturas, decepciones y consuelos reciclables, se establece el
sentido.
Estoy sola, rodeada de gente, y sola.
¡Qué alivio!
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