jueves, 1 de octubre de 2009

Dime de lo que presumes


Me gusta contar mis fracasos para que los demás aprendan de ellos, incluso me hace gracia confesar los defectos y ese punto antihéroe que todos tenemos, porque es lo que más nos une y humaniza. Por eso todavía no entiendo por qué les costará tanto a algunos confesar sus errores, debilidades o faltas, y pedir ayuda. Menudos gilipollas.

Nadie es perfecto, todos tenemos cosas buenas y menos buenas, y es precisamente esa imperfección lo que nos hace irresistiblemente particulares y atractivos. Pero parece que para ciertas personas relacionarse con los demás se convierte en la única oportunidad para inflar pantomímica, egocéntrica y absurdamente su flacucho ego.

Conozco gente que jamás ha pronunciado las palabras "no sé" o "¿qué significa?". Prefieren seguir el rollo aunque no entiendan lo que les dicen, cuando les preguntas por un tema que desconoces te contestan con un "si, bueno... es algo complejo...", y sobre los libros que no has leído te cuentan que tienen frases para la posteridad. En vez de aunarse a tu desconocimiento, aprovechan la situación para quedar por encima y sentirse superiores.

Otras veces prefieren joderse antes que pedir ayuda. Mi tía, por ejemplo, llevaba dos años sin ver una película en su nuevo dvd porque seguía sin recordar cómo se sintonizaba. Cuando le pregunté que por qué no había pedido ayuda de nuevo, me miró con cara de "ni de coña, una y no más, antes está mi orgullo que el cine".

Qué cosas más raras hace la gente. Si mienten descaradamente en las cosas mas insignificantes, no me quiero imaginar las películas que se montarán sobre sus vidas ante los demás. Lo malo es que estoy convencida de que, de tanto repetirlas, llegan a creerse sus propias fantasmadas.

Tengo una conocida que siempre consolaba con mala leche disfrazada de lástima a las camareras con carrera. "Hay que ver, licenciatura y master para acabar echando cañas, ¿eh?". Ella, en cambio, había hecho una ingeniería en solo dos años porque estaba chupao, y se la rifaban en los madriles para empezar cobrando 2000 euros. La parte de por qué acabó currando en la heladería de su barrio aún no la ha contado, claro.

Otra es maestra de educación infantil en un colegio, osea, se pasa el día cuidando cagones, cantando el corro de la patata y pintando con ceras de colores. En cambio ella se cree que es consejera del ministerio de interior, y que de su trabajo depende el futuro de nuestras sociedades. Si es que no hay nada como venderse bien y creerse alguien...

Hace tiempo curré en un Mcdonald varias vacaciones para pagarme la matrícula, y muchas veces iba gente que intentaba pagar sus propios complejos y frustraciones con nosotros.

-jo que rollo ¿no? tener que estar aqui mientras todos nos divertimos...-
-Qué vaaa, no te preocupes, de verdad, ¡si aquí estamos todos por vocación!-

-¡Me parece increíble que en una empresa norteamericana no se os exiga hablar inglés!-
-Le doy la razón, caballero, deberíamos ser bilingües, o polilingües mínimo; fíjese que antes hasta nos exigían hacer una especialización en comunicación oligofrénica, pero estamos ya tan acostumbrados que ni eso...-

Para eso los manifestantes jipijos guays que se ponían en la puerta a protestar y nos miraban de arriba abajo cuando entrábamos a currar:

-¡No a la explotación! ¡No al mercantilismo! ¡No a la comida basura! ¡No a la pérdida de costumbres populares! ¡No a los contratos temporales!

Y ya ves tú, esos no sabían ni lo que era un contrato, ni lo que era un gazpachuelo, ni donde tienen la cara, ni de qué estan hechos los sundays que se compraban luego pa los bajones de los porros.

Mi mejor amiga de pequeña -la pija- era un poquillo fea la pobre. La madre la apuntó a un curso de modelaje a ver si se le pegaba algo, y ella iba diciendo sin vergüenza ninguna por ahí que era modelo. -Si, ¿no?- le contestaban.

También están los que presumen de que tienen millones de amigos y son los mas guays de la ciudad, y luego te das cuenta de que están más solos que la una y lo único que tienen es una cuenta de facebook plagada de agregados que ni les saludan. O los que van por ahí alabando a todo el mundo y prodigando abrazos, besos y parentescos, solo para recibir algo de atención y sembrar el terreno para pedir favores.

¿y donde nos dejamos a los oscurillos y los masoquistas sentimentales? Se leen cuatro libros y escuchan cuatro grupos raros y se creen que han descubierto América con sus cuatro dudas existenciales. Parece que están por encima del bien y del mal, y del resto de los mortales. Les da asco los demás humanos, como si ellos fueran robots que no cagan ni se sacan mocos; y confunden la alegría y la sencillez con la falta de inteligencia o la osadía de la ignorancia.

Me imagino que mucha gente necesitará dar una imagen fuerte y ganadora que le ayude a subir su autoestima y aparentar ser algo. Otros son tan egocéntricos y están tan flipados que lo que necesitan es tener siempre una remesa nueva de amigos-admiradores nuevos a los que manipular y contar sus grandiosidades imaginadas.

Alguien me contó una anécdota. Una chica, estudiante de algún arte, no entendía por qué sus compañeros tenían tanto miedo y respeto a actuar frente al público. -¡Bah, pues yo no tengo ningun miedo!- . A lo que el profesor le contestó: -el día que tengas talento sabrás lo que es tener miedo-

Que empachera de gente tonta tengo, madre mía, más humildad es lo que hace falta. Que la vida es mas sencilla de lo que parece, y todos somos también mas iguales de lo que parecemos. Yo desde luego me quedo con mis críticas cinematográficas al estilo "no ve que chula, ehhh?", las tardes viendo el Diario de Patricia, las charlas con las vecinas, y grupos como Los mojinos escozíos.

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